15/09/2019 / Exitosa Noticias / Edic. impresa / Actualizado al 09/01/2023
Por Ántero Flores-Arároz / expresidente del Congreso de la República.
Por lo regular no entro a redes sociales, ni para distraer a otras personas ni tampoco para enterarme de la vida y milagros de terceros. Tampoco soy amigable con los mensajes colectivos, los que ando eliminando.
Sin embargo, uno de los videos que últimamente llegó a mi celular, por su contenido, claridad y efectiva docencia, ha calado favorablemente en mi conciencia. En dicho video, una persona con evidentes signos de mendicidad se acerca al conductor de un automóvil de alta gama y le dice: con lo que cuesta ese carro se ha podido alimentar a muchísima gente, su compra ha sido un lujo innecesario.
El conductor y a la vez propietario del carro le contesta: con lo que he gastado en el automóvil se han alimentado muchos trabajadores de la fábrica en que fue armado en Alemania, al igual que a los operarios de la fábrica japonesa en que confeccionaron sus neumáticos, así como a los trabajadores de los talleres de Brasil y México donde se fabricaron diversas autopartes, sin olvidar a los de las siderúrgicas donde se fabricó el acero, y también a los mineros de Chile que explotan los yacimientos de cobre con los que se confeccionan los cables eléctricos. Además hay los marineros de los buques que transportaron los automóviles desde el lugar de fabricación al puerto de destino y los choferes que los llevaron desde el puerto a los salones de exhibición para su venta, sin olvidar a la atenta vendedora y al personal de limpieza que tenía impecable los salones aludidos.
El propietario del vehículo siguió hablando y le dijo al mendigo que con los impuestos que había pagado para comprarlo, se contribuía con el pago de maestros, enfermeros, médicos, así como policías, además de construirse las pistas por la que transitaban vehículos públicos y privados. El mendigo enmudeció y tomó las de Villadiego.
Empero, el propietario del lujoso automóvil, si bien ya no tenía interlocutor, pudo hacer algunas reflexiones como que cuando se compra alguna mercancía, cualquiera sea su clase o utilidad, quien recibe el precio a su vez lo emplea en adquirir otros bienes y servicios, y así sucesivamente, con lo que se mueve la economía, se producen más bienes y se desarrollan los países, otorgando trabajo a sus habitantes que elevan sus niveles de vida. Todo esto muy diferente a quienes pretenden que los Estados entreguen bienes y servicios gratis a sus ciudadanos, con lo que no habrá quienes puedan proveer de impuestos a los Estados para que puedan disponer de ellos.
Con el sistema capitalista, complementado con la solidaridad que encuentra consistencia en la denominada “Economía Social de Mercado”, se consigue bienestar y satisfacción de las necesidades materiales, mientras que con el de la simple dádiva y distribución de lo que todavía no existe, que es el modelo socialista, solo se logra más pobreza e insatisfacciones y se va sembrando odio que termina con envenenar conciencias así como la moral colectiva. ¡Reflexionemos!