OPINIÓN | Ántero Flores-Aráoz: ¿Pensamiento único?
Ántero Flores-Aráoz / Ex presidente del Congreso de la República
Muchas veces se ha criticado y, con razón, a los regímenes políticos que tratan de imponer una sola línea de pensamiento, sin admitir discrepancias ni otras opiniones. Solo es aceptable lo que el régimen tiene en mente, sus metas y los métodos para lograrlo, todo lo cual se ve principalmente en países con gobiernos autoritarios
cuando no déspotas y dictatoriales.
Entre otros colectivos, en las universidades siempre se ha combatido el pensamiento único, pues en la Academia hay reconocimiento al pluralismo de ideas, al pensamiento diverso, a los planteamientos diferenciados, y a las metas dispares.
Lamentablemente el criterio de pluralismo en la Universidad, no ha calado en todos los que han pasado por ella y, quizás por ello, se nota cierta inclinación al pensamiento único, de algunas personas que ejercen la profesión periodística.
Si bien es cierto que los medios periodísticos tienen todo el derecho de contar con una línea editorial, tienen que ser veraces y, no hay que olvidar que son los vehículos a través de los cuales la población toma conocimiento de las noticias, pero adicionalmente de la opinión de quienes son convocados para expresar sus pareceres respecto a lo acontecido.
Los medios de difusión tienen no solamente el derecho a informar, sino la obligación de hacerlo, dado que ello es correlativo al derecho de los lectores, radioescuchas y televidentes de estar informados, desde las cada vez más so_ sticadas plataformas periodísticas.
En lo que se refiere a los comentarios sobre las noticias, principalmente las de contenido político y público, observamos en algunos medios que son monocordes, con una sola direccionalidad, lo que ya es sospechoso de manipulación informativa que de suyo afecta a los ciudadanos que requieren no solo de la información, sino también de la opinión de quienes pueden considerarse líderes conductuales de ella.
Lo más resaltable es el hecho de que hay personas que siendo profesionales del periodismo, solicitan opinión a diversidad de personas, pero si alguna o algunas de dichas opiniones difiere con la del periodista o la del director del medio, simplemente la opinión divergente se escucha pero no se replica en el medio, y como consecuencia de ello, deja la impresión a los ciudadanos que solo existe una sola línea de opinión sobre el tema, que hace recordar el recusable pensamiento único, silenciando las opiniones diferentes y amordazando a quienes se les hizo perder el tiempo preguntándoseles su parecer.
La práctica recusable a la que nos referimos, es o más notoria o más repetitiva en nuestros días, y ello tiene que cambiar, no solo porque existen reglas deontológicas que deben cumplirse por los profesionales de la noticia y de la información, sino también porque existe la obligación constitucional de hacer docencia o magisterio a través de la prensa, y flaco servicio se hace cuando la docencia es de mala práctica periodística y no de buen ejercicio de una actividad tan trascendente.
Hay ocasiones en que se impone recordar a don Luis Miró Quesada, cuando diferenciaba la profesión periodística del simple oficio.