OPINIÓN | Ántero Flores-Aráoz: Mal policía vs. buen policía
Por Ántero Flores-Aráoz / expresidente del Congreso de la República.
En nuestro querido Perú, somos muy inclinados a hacer falsas generalizaciones. En efecto, si un periodista es “mermelero”, se hacen generalizaciones que afectan a miles de periodistas honestos y cumplidores de sus obligaciones profesionales y éticas.
Del mismo modo si hay abogados que incumplen las normas de su Código de Ética, engañan a sus patrocinados, se “venden” a la parte contraria o “embarran falsamente” a magistrados que imparten justicia, e inmediatamente algunos irresponsables dicen: los abogados son inescrupulosos y otros calificativos inenarrables.
A los fiscales y jueces les cuelgan infinidad de “sanbenitos”, se pide dinero en su nombre y ser les enloda. ¡Qué hay malos magistrados, no es secreto!, pero que todos lo sean, tampoco. Los hay excelentes, de gran capacidad jurídica y de comportamiento ejemplar.
El caso de los médicos no es diferente. Basta que un paciente no quede satisfecho para que denigre a todos los profesionales de la salud, también con adjetivos agraviantes.
En todas las profesiones y actividades humanas sucede algo parecido y, ello por el facilismo en hacer generalizaciones en lugar de singularizar los casos reñidos con la moral, que los hay y no son pocos.
Bueno pues, la Policía no es excepción a las injustas generalizaciones. Basta que un policía responda pidiendo la suya al “¿cómo se arregla jefecito?”, para que todos los policías pasen a ser unos facinerosos. No señor hay policías honestos que tienen muy firmes el antiguo lema: “El Honor es su Divisa”.
El caso policial es de gran impacto. Pues la colectividad requiere confiar en su organización policial y en sus integrantes. Desea nuevamente ver en las calles a policías respetables y respetados. Los mayores añoran al famoso Sargento Nonones y, a todos los de su misma profesión que lo tenían de modelo.
Los policías, como autoridades, son lo más cercano a la población, que sabe que están llamados a poner orden, custodiar las instalaciones públicas, brindar ayuda en los casos que se requiere, hacer respetar las reglas de convivencia pacífica entre los ciudadanos, recibir las denuncias y hasta hacer de conciliadores y pacificadores en diversidad de conflictos que resuelven sin tener que recurrir a la autoridad del juez de paz.
Por lo dicho, deberíamos tener policías honestos y comprometidos y, saber que cuando no lo son, hacen grave daño a sus colegas policías qué si lo son, perdiéndose el respeto ciudadano en todos, situación que no es justa.
Dado lo anterior, es absolutamente legítimo que se expida nueva normativa respecto al régimen disciplinario policial que uniformice y simplifique los procesos disciplinarios administrativos, sin perjuicio de la sanción jurisdiccional en caso de delito.
Pese a lo expuesto, creemos que aun falta un tema sustantivo, como la expulsión y degradación administrativa de policías que dañan a su institución y colegas honorables y, ello requiere de una pequeña reforma constitucional parcial, dado que el artículo 174 de nuestra Ley de Leyes, solo permite el retiro de grado y honores por sentencia jud9iicial. Es tema pendiente.