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OPINIÓN | Ántero Flores Aráoz: Educación de calidad

Es cierto, pero nos ayudan a reflexionar el porqué de las diferencias y sobre todo cuando ellas nos son desfavorables, como es el tema educativo.
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06-01-2019

Por Ántero Flores Aráoz / ex presidente del Congreso de la República.

Por lo general, las comparaciones son odiosas. Es cierto, pero nos ayudan a reflexionar el porqué de las diferencias y sobre todo cuando ellas nos son des­favorables, como es el tema educativo.

Desde hacen algunas décadas, esta­mos insatisfechos con la educación que se imparte en los centros educa­tivos del Estado, y también en muchos privados de todo nivel, y uno se pre­gunta el motivo.

Lo que percibimos son varias cosas. Una es que la inversión del Estado, en educación, no ha sido prioritaria, antes bien muchos ofrecimientos de aumento presupuestal aunque con poca voluntad de cumplimiento y eso que reconocemos que las carencias se dan igualmente en muchos sectores.

Otra de las causas es la situación de los maestros. Desde hace muchísimo tiempo se encuentran con remuneraciones desmotivadoras, por decir lo menos, que los obliga a prestar servicios en más de una institución educativa o a “cachuelear­se” en actividades laborales diversas. Ello lleva a que no tengan tiempo para preparar clases y menos para estar al día en los avances de la enseñanza.

Felizmente ya hemos encontrado el rumbo al haber incluido la “meritocracia” para la materia remunerativa y ascensos en la carrera magisterial, lo que además debía obligar a estar en permanente aprendizaje.

Antaño el tema educativo se podía diferenciar entre la edu­cación propiamente dicha, que se otorgaba en el hogar, y la instrucción que se recibía de la escuela. Desde hace lustros, con la necesidad que padre y madre trabajen, se ha reducido la educación de valores en casa, para su traslado al colegio, donde deplorablemente no se confiere en profundidad suficiente, con el agravante que se quitaron o redujeron horas para cursos como educación cívica y ética, entre otros. Esto último bajo el prurito que la edu­cación debería direccionarse hacia el trabajo, pero no al humanismo, y hoy sentimos las consecuencias del error. Tienen que ir juntas la formación en valores y los conocimientos para la actividad laboral del futuro.

Cuando visitamos otros países que se han desarrollado y que estuvieron a escasas décadas muy debajo del Perú, investigamos los motivos de su desarrollo creciente y encontramos que se basó en educación de cali­dad, con horas lectivas mayores que las que se emplean en nuestra patria, con preparación constante de los maestros para efectuar su tarea con profesionalismo, y teniendo un sitial adecuado en la sociedad, que los respeta y retribuye adecuadamente. Lamentable pero cierto, en nuestra patria el magisterio ya no es reconocido como debería serlo y su ubicación en la sociedad se inclinó hacia el descenso. Una pena, y lo digo apesadumbrado porque en mi familia paterna y materna hubo educadores de polendas, entre otros, María Rosario Aráoz, Jorge Martínez Moselli, mi abuela Zenaida Mo­selli Conroy y su hermana Dorlisca.

Observemos la educación en Japón, en Corea del Sur, en Singapur, en Alemania, en Finlandia y en otros países que nos llevan años luz por delante, para por lo menos copiarlos y entender por ejemplo que la informática y la robótica son in­dispensables. Tenemos que superar el binomio pizarra/tiza.