En Familia | Contaminación sonora
Usted sale de casa, camina por la calle y los vehículos, casi sin motivo alguno, suenan su bocina compulsivamente. Media cuadra más allá, los taladros que utilizan los obreros para realizar trabajos de mantenimiento de pistas y veredas martillan el asfalto, y su cabeza está a punto de estallar.
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Todo esto es parte de la contaminación sonora o acústica. Según la OMS, es uno de los factores ambientales que provoca más problemas de salud.
CÓMO AFECTA A LA SALUD
El oído humano no debe soportar más de 65 decibeles durante el día, y para que el sueño sea reparador el ruido ambiente nocturno no debe exceder los 30 decibeles, según recomienda la OMS.
De esta manera, la audióloga Ingrid Rubio sostiene que, de no cumplirse estos parámetros, el excesivo ruido puede afectar de distintas formas a la salud pudiendo producir en algunos casos:
Pérdida de la audición y/o escuchar pitidos en los oídos (acúfenos).
Problemas físicos como el aumento de la presión arterial, el ritmo cardiaco.
Efectos relacionados con el sueño y con el descanso, que producen consecuencias en la atención y en el rendimiento tanto en la escuela como en el trabajo.
Por su parte, el psicoterapeuta Alberto Medina Changra afirma que “la contaminación sonora afecta a la salud psicológica bajo dos ejes importantes: eleva el cortisol en la sangre (estrés) haciéndonos más intolerantes; asimismo, la escucha activa pierde consistencia, bloqueando o perturbando los mensajes”.
¿QUÉ HACER?
Uno de los desafíos es concientizar a la ciudadanía sobre este problema. Mientras tanto, se pueden realizar actividades de ocio sin generar ruido excesivo, evitar el uso del coche y optar por alternativas como la bicicleta o el coche eléctrico, realizar obras domésticas en los horarios recomendados, aislar los hogares con materiales absorbentes de ruido, etc.
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