Históricas cifras que alcanzó el famoso índice Dow Jones
Desde su creación, en el año 1944 en Bretton Woods, el FMI es manejado por un europeo y el Banco Mundial por un estadounidense. Camille Gutt, un economista belga, fue su primer director gerente por 5 años y Eugene Meyer por 6 meses presidió el Mundial.
El primero de octubre pasado, Kristalina Ivanova Georgieva, una política y economista búlgara, asumió por 5 años la jefatura del FMI en reemplazo de la francesa Christine Lagarde, quien hoy preside el BCE. La Unión Europea la designó para el cargo.
Graduada por la Universidad de Economía Nacional y Mundial de Sofía; realizó el Programa de certificado de finanzas corporativas en la Escuela de Negocios de Harvard y en 1998, el Executive Development Program del Banco Mundial.
Con bagaje docente y de investigación en su alma mater, investigadora en la London School of Economics e invitada en la Universidad del Pacífico Sur y Universidad Nacional Australiana; entre 1993 y 2010 trabajó en el Banco Mundial, entidad en la que asumió la vicepresidencia en 2008, desde donde fue llamada a formar parte de la Comisión Europea. Entre 2010 y 2014, desempeñó el cargo de comisaria europea de Cooperación Internacional y regresó luego al Banco Mundial.
En su primera declaración como director gerente, ha señalado que la economía mundial se enfrenta a una "Desaceleración sincronizada", y eso lleva a que la deuda corporativa tenga alto riesgo de default.
El reputado blog Sputnik, desde Washington DC, advierte que Georgieva añadió que si la situación continúa, "la deuda corporativa en riesgo de impago podría aumentar a USD19 billones o 40% de la deuda total en ocho de las grandes economías”.
Y ello pues las tensiones comerciales "debilitaron sustancialmente" la actividad manufacturera y de inversión en todo el mundo, por lo que "existe un grave riesgo de que los servicios y el consumo pronto se vean afectados". Y estos podrían derivar en cambios que duren toda una generación, y que no estarán exentos de cadenas de suministro rotas, sectores comerciales aislados. Un 'Muro de Berlín digital' que obliga a los países a elegir entre sistemas tecnológicos. Y, a menos que actuemos ahora, estamos arriesgando una posible 'desralentización' más grande.
Las pérdidas por esta situación pueden ser de USD 700 mil millones y ello lleva a un desastre a las empresas. Paradójicamente, el FMI se beneficiaría por el fortalecimiento de su influencia.