San Martín firma decreto anunciando Independencia
Al no lograr ingresar a Lima de forma desapercibida y sea aclamado de forma espontánea por los ciudadanos al conocer que se reunía con las autoridades que había dejado el virrey José de la Serna, el general don José de San Martín esperaba que los notables le soliciten en cabildo abierto proclamar la Independencia. Ese acto se cumplió según su pedido y fue en cabildo abierto que se daba el primer paso para la independencia.
Quedaba cumplir una serie de procedimientos que la usanza de entonces era empleada para recibir a un nuevo virrey. El generalísimo, como buen militar, conocía de formalismo para hacer este acto un punto de partida hacia la independencia, tomando en cuenta que el virrey huyó a la sierra y dejó a su libre albedrío la capital, bajo el cuidado del marqués de Montemira como jefe político.
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Tras la reunión con el representante del virrey, San Martín expresó su posición que asumiría con sus tropas el control de Lima, tal como era el encargo que se le dio. Cumplida las formalidades, San Martín se instaló en Palacio.
A la mañana siguiente, San Martín recibió la visita protocolar del arzobispo Bartolomé de Las Heras. Una vez confirmada la “voluntad general” a favor de la ruptura de los lazos con España fue necesario recurrir al ritual que comunicara, creara y legitimara la independencia política. La proclamación se programó para el sábado 28 de julio y que fuera un importante teatro que San Martín juzgó imprescindible para sellar su alianza con la elite limeña, legitimar la independencia y ganar adeptos al bando patriota.
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La Gaceta del 25 de julio de 1821, se publicó el decreto firmado por San Martín, donde señala: “He determinado que el sábado inmediato veintiocho se proclame vuestra Feliz Independencia [...] en todos los lugares públicos en que en otro tiempo se os anunciaba la continuación de vuestras tristes y pesadas cadenas. Y para que se haga con la solemnidad correspondiente”.