OPINIÓN | Rubén Quiroz: "El verano 2020 y los talleres de teatro"
Todo verano merece ser disfrutado. Asumiendo que le gusta a la mayoría. Hay quienes prefieren el invierno. Cada uno con sus gustos estacionales. Pero en todo caso, coincide con las vacaciones escolares y universitarias. Por lo tanto, con un público ávido de explorar nuevas cosas y aventurarse a conocimientos artísticos. Es por eso que hay una oferta impresionante de talleres de arte (también los deportivos, claro). Y muchos se inician en estos saberes en el sinfín del menú artístico de todo tipo, costo, lugar y metodología.
Ya el maestro Gardner hablaba de las inteligencias múltiples y lo importante que es tomar en cuenta ello. Es decir, aceptar de una buena vez que todos tienen distintos tipos de moverse en el mundo y que ninguna es superior a otra. Es fundamental entender que eso elimina la jerarquización absurda de algún tipo de saber sobre el otro. Entendido así, la inteligencia musical o la corporal-kinestésica requieren ser aprovechadas. Todos las tenemos en diversos niveles. Por ello, un entrenamiento en ellas potencia nuestras posibilidades como personas. En pocas palabras, cuanto más exploremos y disciplinamos nuestras múltiples inteligencias, tenemos mayores escenarios de mejorar como individuos. Por lo tanto, dar lo mejor de nosotros.
Por eso hay que escoger bien el taller de artes escénicas para este verano. No se trata de escoger uno que solo sirva para llenar de tiempo a tus pequeños y que estén ocupados en esa equivocada manera de entender las vacaciones. Más bien hay que detenerse a pensar qué es lo que tu prole necesita aprender y desarrollar. Dónde será feliz, por lo tanto. Aprender divirtiéndose es lo ideal y lo correcto. Y, claro, que los padres acompañen el proceso y no sea un reemplazo de cuidadores. Los talleres no son formas calurosas de reemplazar el deber de ser padres. Por el contrario, es una enorme oportunidad para que el tiempo juntos se enriquezca.
Algo parecido sucede con los jóvenes. Para aquellos que alimentan esa cálida inquietud de dedicarse a nuevos aprendizajes, tienen, en el catálogo escénico, una posibilidad exquisita y disciplinada. Insisto en lo de la disciplina porque el hecho de que sea entretenido hacerlo no significa que sea fácil o un mero relajamiento. Ilusos aquellos que asumen que hacer teatro es solo para distraerse. Requiere enfoque, pasión intensa, corrección permanente. Te da nuevas herramientas para mejorar y administrar mejor tu vida. Es más, puedes descubrir o ratificar la belleza liberadora de dedicarte a las artes escénicas. Esa vocación, si la sientes, atrévete. Sal del modelo tradicional de hacer lo que tus padres quieren para ti, o la presión proyectada que bien intencionados señores te pautean. Sé libre. Efectivamente, si aspiran lo mejor para ti, entonces, que te permitan escoger tu forma de vivir, tu manera de sentirte plena, tu encuentro inevitable con lo más preciado de ti. Atrévete a ser actor, actriz, bailarín, director de teatro, músico. Por eso este verano puede ser distinto y, si lo deseas, marcar el rumbo de tu futuro. Nuestro país necesita más artistas. Te necesitamos.