21/04/2020 / Exitosa Noticias / Cultural / Actualizado al 09/01/2023
Una de las industrias más golpeadas es la dedicada al universo de los libros. Desde el diseño, la impresión, la corrección, la editorial, la distribución, la de las librerías y, por supuesto, la de los propios autores. Todo se ha detenido y pone al borde del colapso a lo que ya es una cadena de producción en la frontera de la sobrevivencia. Si leer es una actividad que en el Perú no es de las primeras acciones generalizadas, imagínense ahora que hay otras prioridades para la mayoría de personas. Uno puede lanzar argumentos, muchos de ellos sólidos, respecto a la importancia de leer. Parte de ello es verdad, en tanto la selección de los textos supongan una formación adecuada, incluso, una educación sentimental y moral. Pero, en la viña de los libros hay de todo. Es decir, varios de los libros son publicaciones cercanas a ser bodrios, o llenos de contenidos falsos o de fanatismos religiosos. Tenemos que aprender a discernir de aquello que realmente contribuya a la mejora de las personas y los que son más bien la reiteración de estupideces empujadas por un departamento de marketing.
Sin embargo, saber la diferencia es complicado. ¿Quién tiene la verdad para distinguir cuáles de los libros son adecuados o no? Podemos apelar al lector. O la editorial. Pero las editoriales muchas veces actúan, por definición, en tener sostenibilidad para que sigan existiendo como tales. Es por eso que las editoriales trasnacionales publican colecciones de autores inclasificables por su insignificancia escritural. Los que han minimizado y han hecho pocas concesiones al autor mediocre, son las editoriales independientes. Son las recomendables y las que debemos preferir, aunque la mayoría es digna heredera de una forma de resistencia cultural. Sin embargo, de utopías no vive el hombre. Menos ahora. El mundo editorial exige respuestas concretas.
¿Esas respuestas de dónde deben venir? Uno puede (y debe) apelar al Estado y exigir estrategias de apoyo inmediato a este sector totalmente herido en estas circunstancias. Sabemos que la reacción del gobierno será lenta e incompleta. ¿Y los lectores podemos hacer algo? Si, es posible. Por lo tanto, es un imperativo extender su bolsillo para paliar a los actores de esta industria. Tenemos que dar la mano a una de las fuentes culturales que ahora nos necesita