OPINIÓN | Jaime O. Salomón: Makonde político
El 22% de la población del mundo (1,600 millones de personas - 53 veces la población del Perú) vive en lugares con constantes desafíos como la sequía, el hambre, los conflictos y el desplazamiento de la población. Sufren por el abandono de los Estados y por las prolongadas crisis que van acompañadas de malos servicios públicos de salud. Ello abona una serie de enfermedades, que hoy están afectando el planeta Tierra.
Este año aparece el virus de neumonía de Wuhan o Coronavirus (en la ciudad de Wuhan, China), el que vive a menos de 27°C. Pero, ya existían y pululaban otros que viven en ambientes cálidos y que se transmiten por el mosquito Aedes.
Por ejemplo: Zika (que aparece en el Bosque de Zika, Uganda), Dengue (en África), o Chikungunya (en Tanzania - que en lengua africana Makonde es “doblarse por el dolor"). Y todos ellos diseminados desde años en nuestro país.
Mucho makonde de los políticos y poca acción. Si supieran de estrategia, no tendríamos año a año que ver el cómo se repiten las secuelas por la constante falta de planificación del Estado.
El futuro de una nación depende de la forma cómo organicemos nuestra sociedad y del apoyo que el Estado dé a las personas que lo requieren.
Existe relación directa entre los países pobres -con servicios públicos de salud deficientes- con una reducida élite que los gobierna y organiza -a la sociedad- para su propio beneficio y el de sus redes de amigos -de bajo razonamiento-. Dani Rodrik -de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard- resume la idea con la frase: "¡Es la política, estúpido!". Claro, el cerebro humano es maravilloso; ojalá todos tengan uno.
Lograremos encaminarnos hacia el desarrollo cuando las instituciones dejen de ser débiles y que incluyan en la fórmula a la población desatendida. Se corregirá la raíz del fracaso cuando se logren estructuras y organizaciones del “poder” estatal que generen incentivos en la población para que ahorren, inviertan, se eduquen, innoven y accedan a nuevas tecnologías; pero, sobre todo, con un Estado que cumpla el principal rol para el cual existe: velar por todos los ciudadanos y brindar servicios públicos de calidad.
El control del poder por la ciudadanía será posible si existiesen instituciones políticas, si fuesen fuertes e incluyentes, si evitasen el abuso, que promuevan la distribución de los derechos políticos, que generen gobiernos responsables y, sobre todo, sensibles a los ciudadanos, con un Estado que regule e impida la concentración del poder público y que trabaje con igualdad para cada uno de los 32 millones de peruanos y en todo el territorio del país.
Corrijan el rumbo; trabajen por el Perú.
*Ciudadano, emprendedor y docente.