Opinión I Rubén Quiroz:¿Quién mató a Correa? Leonardo Caparrós
La propia vida de Caparrós es una nouvelle en sí misma. Viceministro, jefe del INPE, abogado, político, asesor de círculos de poder, y, para colmo, asiduo tallerista de narrativa y gran conversador nocturno. Es decir, con insumos suficientes como para contar cuidadosamente estos cuentos. Esa cercanía con los márgenes del país, con las brechas sociales y los laberintos de nuestra propia convivencia en los submundos peruanos, hacen que la verosimilitud de sus relatos sea imparable.
Nueve cuentos enérgicos, provistos de técnicas del realismo urbano y que muestran el conocimiento del territorio social del autor. Sus personajes tienen el espesor creíble de gente de carne y hueso que uno se cruza en el pandemonio de nuestra vida doméstica.
Es justamente ese conocimiento de la psicología de esos grupos marginales, al fin y al cabo, hace que sus claves escriturales sean creíbles e incesantes al presentar las historias. Esa es su virtud mayor. Escribe con conocimiento de causa. Zambullido en la dura vida peruana ha tenido una fuente inagotable para transferirnos narrativamente las formas del infierno de las que estamos compuestos.
El cuento que da título al libro resume, a través de un personaje, el tenor: “Dame una buena razón para morir, Abelardo, dijo Correa, y yo te daré una buena razón para matar”.