15/09/2019 / Exitosa Noticias / Cultural / Actualizado al 09/01/2023
Se recordó hace pocos días a nivel mundial la desdicha que trajo el 11 de setiembre del 2001, cuando militantes de Al Qaeda estrellaron tres jets sobre el Pentágono y las Torres Gemelas de Nueva York, dejando un saldo de más de tres mil muertos en un solo día. Por supuesto que este acto -condenable desde todo punto de vista- tiene también una explicación: la reacción de grupos radicalizados frente a la presencia militar norteamericana en Medio Oriente, que desgraciadamente solo se ha incrementado hasta el punto de dejar cientos de miles de muertos en la prolongada guerra que siguió en Iraq y Afganistán.
Pero para los latinoamericanos, el 11 de setiembre simboliza una desgracia anterior: el derrocamiento a sangre y fuego del gobierno democrático de Salvador Allende en Chile por las fuerzas más reaccionarias del ejército de ese país en 1973, también con el apoyo logístico y propagandístico del gobierno de Richard Nixon, luego de meses de un agresivo boicot económico que asfixió al país y provocó una gran inestabilidad social. El golpe de Pinochet significó el inicio del modelo económico neoliberal en América Latina, tomando a Chile como un laboratorio de los llamados “Chicago boys” entrenados por el economista Milton Friedman, uno de los ideólogos de la economía del libre mercado y el desmantelamiento del estado de bienestar. En Estados Unidos e Inglaterra, Ronald Reagan y Margaret Thatcher se encargaron de hacer lo propio durante los años 80. Y en el Perú sufrimos un proceso semejante desde la dictadura del “felón” (así lo llamó Jorge Basadre) general Francisco Morales Bermúdez (1975-1980), y luego han seguido décadas de lo mismo, especialmente desde la dictadura civil de Alberto Fujimori (1990-2000). En conclusión: el neoliberalismo en América Latina entró con botas y bayonetas.
Por eso quiero traer otra vez a la mesa las opiniones de nuestro premio Nobel Mario Vargas Llosa o Marqués de Vargas Llosa, como también es conocido, sobre el golpe militar en Chile. Justamente hace un año declaraba que: “Los desórdenes, tomas de tierras y de fábricas, la violencia desatada por aquellas masas que querían 'dar el salto cualitativo' hacia el estatismo, el colectivismo, y convertir a Chile en una segunda Cuba, aterraron a buena parte de la sociedad chilena, y eso creó un estado propicio para el golpe militar y ese período terrible de la historia chilena”.
Así como suena, parece muy lógico, pero el Marqués soslaya astutamente el largo trabajo de socavamiento de la economía chilena y el terrorismo blanco practicado por Washington para echarse abajo el gobierno democrático de Allende. Y claro, se trata, a la larga, no de justificar el golpe (que el propio Marqués ha condenado) sino el sistema económico montado a partir del golpe.
Lo triste es que muchos de nuestros escritores han seguido a pie juntillas los dictámenes del Marqués y lo celebran como el non plus ultra de la literatura peruana, siendo un autor muy desigual y hasta con libros bastante mediocres, amparado, eso sí, por los grandes consorcios editoriales del mundo hispánico. Esos mismos consorcios avalan a determinados escritores peruanos que brillan por su silencio frente a las incoherencias del modelo económico vigente y se refocilan por el carnaval mediático (festivales, ferias, entrevistas, viajecitos) montado a su alrededor.
Todo parece indicar que, en el Perú, nuestro 11 de setiembre se dio en la esfera intelectual, y aún nos estamos doliendo. Cuán poca conciencia crítica queda entre nuestros “literates”.