24/08/2022 / Exitosa Noticias / Cultural / Actualizado al 09/01/2023
En las primeras horas del 24 de agosto de 1617, fiesta de San Bartolomé, como ella misma profetizó y contó el padre Leonardo Hansen, fallecía Isabel Flores de Oliva, a los 31 años. Hija de un arcabucero español y una hilandera y costurera de Huánuco.
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A los tres meses de edad una criada afirmó haber visto su rostro transformarse en una rosa, y desde entonces era llamada Rosa por su madre. De muy joven se entregó a la vida religiosa, donde incluso empezó a ayunar tres veces por semana y a realizar severas penitencias en secreto.
A los doce años se mudó con su familia hacia Quives, y es aquí donde recibió la confirmación de manos del futuro santo católico Toribio de Mogrovejo. Ya de esa época sufría de un reuma que la afectada. Realizaba constantes obras de caridad a los indígenas como la población de ascendencia africana, lo que más adelante resquebrajaría su salud.
A sus 31 años, ya cerca del final de su vida, cayó gravemente enferma. Pasó los últimos tres meses de su vida en la casa de Gonzalo de la Maza, un contador notable del gobierno virreinal, y es donde hoy se levanta su monasterio. Su entierro fue uno de los más notables que vivió la ciudad de Lima.
En la casa de la familia de la Maza se formaron grandes multitudes para contemplar a Rosa. El gentío hubo de esperar a su traslado hacia la Iglesia del Rosario. Al traslado acudieron el virrey, el Cabildo Secular y Eclesiástico, las órdenes religiosas presididas por la orden de Santo Domingo de Guzmán, los oidores y personas notables.
El día de sus exequias y entierro, hubo de requerirse la fuerza de la guardia del virrey para impedir que Rosa fuera desvestida por los devotos, los cuales se abalanzaban sobre su cuerpo para arrancarle la vestimenta en busca de un recuerdo, aclamándola como santa.
Se conserva como reliquia una ermita donde ella rezaba. Cerca hay un pozo de veinte metros de profundidad donde sus devotos depositan sus deseos escritos. También la enfermería donde atendía a sus hermanos necesitados.
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