25/12/2022 / Exitosa Noticias / Cultural / Actualizado al 11/01/2023
Una singular disputa que data de hace más de cinco años se produce con el Codex Trujillo, el importante conjunto de acuarelas del siglo XVIII que fueron elaboradas en el Perú colonial. Se le considera uno de los documentos visuales más importantes de esa época y que en teoría pertenecen al Museo de Arte de Lima (MALI), pero que España los declaró “inexportables”.
Este Codex, es un conjunto de 136 acuarelas del siglo XVIII que muestran la vida y las costumbres de la población del virreinato de Perú, así como de la época precolombina.
La obra, cuya importancia es enfatizada por el Museo de Arte de Lima (MALI), fue encargada a artistas anónimos entre 1782 y 1785 por Baltasar Martínez Compañón, obispo de Trujillo. Los gráficos fueron plasmados en papel verjurado (que lleva una filigrana de rayitas verticales muy menudas).
“Hace un inventario muy bien documentado de las diferentes agrupaciones étnicas, los modos de vida, costumbres, la fauna, la flora y muchísimo más”, contó hace unos años a BBC Mundo el historiador peruano Rafael Varón, especializado en el periodo colonial.
Varón opina que las acuarelas ofrecen “información muy detallada, imposible de obtener de otra manera, en ninguna otra fuente”.
Estas acuarelas se trabajaron entre 1788 y 1790, y el obispo Martínez Compañón los envió a los reyes españoles Carlos III y Carlos IV nueve tomos con unas 1,400 láminas de acuarelas, que ahora están en la Real Biblioteca de Madrid, según la casa española de subastas Alcalá.
El clérigo había encargado estas ilustraciones para tener un conocimiento detallado y profundo de la vida, flora y fauna de su diócesis. El 7 de junio del 2017, Alcalá subastó un tomo de 136 acuarelas -adicionales a las que tiene la Biblioteca y que son las que reclama Perú-, que no se sabe cuándo llegaron a España.
El Museo de Arte de Lima (MALI) participó en la subasta para quedarse con esta parte del Codex Trujillo. Pese a que ganó la subasta por 45,000 euros, no pudo llevarse las acuarelas por el Ministerio de Cultura de España las había declarado como “inexportables”.
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