19/01/2022 / Exitosa Noticias / Cultural / Actualizado al 09/01/2023
Cuando la noche del 12 de julio de 1821 el general San Martín ingreso a Lima, lo quiso hacer en silencio, de manera reservada hospedándose en la casa de un noble limeño. Sin embargo, no tuvo éxito, ya que pronto se supo en la capital que él había llegado.
Así para entonces se acostumbraba en ceremonias pomposas, darle la bienvenida y solicitarle se haga cargo de la situación, relata la web /www.limalaunica.pe/.
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Ya en la proclamación de la Independencia, se confeccionaron símbolos que demostrasen que la nación era libre. Uno de esos símbolos vio entre ellos un pendón particular que no era nuevo. San Martín quiso ese pendón, así fue que un informante anónimo que le dijo que era el Estandarte Real que se encontraba en posesión de un marqués que lo tenía oculto en su casa-hacienda en Pisco. ¿Pero, qué era este Estandarte Real? Era un emblema común en las colonias de España, que se paseaba y levantaba en circunstancias importantes.
El Estandarte Real de la Ciudad de los Reyes llevaba en una de sus caras las armas de Castilla y de León, símbolo del poder español y que ya se habían usado incluso en las Carabelas que descubrieron el Nuevo Mundo, ya que de la Corona de Castilla salieron los hombres que se embarcaron en tal empresa; y en el otro lado llevaba el escudo de la Ciudad de los Reyes otorgado por el Emperador Carlos V y su madre la Reina Juana I el 7 de diciembre de 1537.
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La ceremonia del paseo del Estandarte muy posiblemente fue iniciada por Almagro el Mozo y sus hombres tras el asesinato de Francisco Pizarro en 1541, para justificar su asalto y manifestar con este acto que se sometían y ratificaban en su lealtad a la corona real.
Más tarde, en 1545, uno de los hombres de Pizarro, Francisco de Carbajal, hizo quitar las armas reales del Estandarte, y poner las armas de Gonzalo Pizarro. Un paje que lo impidió se ganó buenos azotes por impedirlo. Ese era el poder del estandarte.