COLUMNA | Rubén Quiroz: "José Miguel Herbozo, Las Ilusiones"
En un país tan multicultural es inevitable que el menú de propuestas líricas sea diverso. Incluso dividir a los poetas en generaciones ya es arcaico. Ya no se comparte la misma atmósfera histórica, ya que esta suele ser una invención social y es reinterpretado por cada poeta. De ese modo, revisar los poemarios solo nos dan indicios de lo que sucede en una época, pero define muy poco de lo que sucede. Es por ello que Las ilusiones es un ejercicio de reflexión poética maravilloso. Cada verso tiene una exactitud conmovedora, sabia, profunda en su inmersión sobre el alma. Es esa travesía que apacigua lo inevitable: nuestra desaparición. Se intenta retener lo inasible, lo inhallable, se acepta que el transcurrir es, acaso, solo un recuerdo, una ilusión.
Por eso el fraseo contemplativo: “Una espina señala/ la forma del destino/ Un pueblo perdido bajo un río/ Un jilguero unido al agua con el canto”. Así, Herbozo, va describiendo las formas de las fronteras de lo real e irreal, se concentra en esas líneas borrosas, en ese horizonte de vacíos aparentes. Estamos ante uno de los más deslumbrantes poetas peruanos contemporáneos. Hasta ahora, su propio catálogo, cada vez construye una insularidad lírica asombrosa.