OPINIÓN|Nicolás Lúcar:Vizcarra en el ojo de la tormenta
Están dando palos de ciego. Es que la desesperación es así, no permite pensar. Son como fieras atrapadas que saben que van al sacrificio y son capaces de cualquier cosa antes que resignarse a su destino.Algunos lograron escapar como Alejandro Toledo, otros fracasaron en su intento, como Alan García, unos lograron que los rezagos del sistema los protejan como José Graña, a otros les tocó la nueva justicia que se está construyendo en el Perú, como Keiko Fujimori.Todos quisieran lo mismo, que los brasileños no hablen, que se vayan los Rafael Vela, los José Domingo Pérez, los Juan Carrasco. Todos quisieran que Richard Concepción Carhuancho no exista.
Todos serían felices si César Hinostroza hubiera logrado su objetivo de controlar el Poder Judicial y el Ministerio Público, sus distinguidos abogados estarían ahora mismo sentados con él resolviendo -como hermanitos- cómo sacarle la vuelta a la justicia.Pero no, pues, las cosas no son así.Los brasileños van a hablar, los Rafael Vela y los suyos seguirán ahí y serán cada vez más, y el peso de la ley caerá sobre sus cabezas como guillotina, que deben dar gracias a Dios que ya no aplique.Su destino está echado.Ahora la han enfilado contra el presidente Martín Vizcarra, quieren vacarlo sin darse cuenta de que no solo no lo van a lograr, sino que así lo lograran no pueden detener la rueda de la historia que se ha echado a andar.
Vizcarra ha hecho lo que tenía que hacer, si lo hace por convicción o porque es prisionero de la enorme presión de una sociedad harta de la corrupción y la impunidad, resulta a estas alturas irrelevante.En la lucha contra la corrupción está haciendo lo que había que hacer y tal vez lo más importante haya sido promover la cancelación del vergonzoso basurero en que se había convertido el Consejo Nacional de la Magistratura, para reemplazarlo por la Junta Nacional de Justicia, que debe empezar por barrer de la Corte Suprema y las Fiscalías Supremas a quienes no merecen estar ahí.Pero Vizcarra no solo debería mirar para atrás y apoyar los esfuerzos por castigar a los corruptos políticos y empresarios que se levantaron el país en peso. Debe también mirar para abajo y hacer una prioridad, desterrar la corrupción del presente, la que todavía está ahí, por ejemplo en la reconstrucción con cambios, la corrupción que sigue viva y coleando en el aparato del Estado y que hay que terminar de aniquilar de una vez y para siempre.