18/01/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Cuando yo empezaba a rondar a Marina, llegó a mi vida “Picaflor tarmeño”, esa tremenda pieza musical del centro del Perú, grabada en la disquera Sono Radio por la orquesta Lira Tarmeña, en formato de 45 revoluciones por minuto. Al escucharla, sentado en la casa del Chingo, sentí su impacto en el mismito corazón de púber enamorado. Brotaban, entonces, mis primeros vellos en el cuerpo y en Puquio el campo se cubría de verde, color esperanza. Por esas épocas empezaba a caer las primeras lluvias de fin de año y yo salía de vacaciones. Recuerdo que se la canté sin quitarle la mirada de los ojos, que eran redondos y grandes, color uva, y ella me agarró las manos, con ternura. No había mucha gente a esa hora de la noche, detrás de la Iglesia. “Picaflor tarmeño/ por qué pues pretendes/ picar a las flores/ que ya tienen dueño”. Quince años después la canté en Huamanga, una noche que subimos al mirador para ver la ciudad la Paty y yo. “Picaflor tarmeño” es el huayno perfecto que te lleva por los vericuetos del amor sin desenfreno. “Cuidado, cuidado/ Picaflor tarmeño,/ te corten las alas/ por enamorado/ caigas a la trampa/ por enamorado”
El músico Santiago Izquierdo de la Lira Tarmeña recuerda: el general Manuel A. Odría, que era tarmeño, entonces presidente del Perú, mandó a toda la orquesta de la Lira a grabar “Picaflor tarmeño” en Sono Radio. El compositor criollo Mario Cavagnaro, que era el responsable promotor de la disquera los miró de pies a cabeza, casi de reojito, y les dijo, clarito como para que no tengan dudas, que no podían grabar ese ni otros huaynos, porque eran temas que “no se vendían”. Los músicos se sintieron despreciados. Entonces, retornaron a Palacio y le contaron a Odría lo sucedido. El dictador montó en cólera y llamó al representante de Sono Radio. Izquierdo recuerda que antes que terminara el día, Cavagnaro ya era un extrabajador de la empresa. Había sido despedido. Así fue como pudieron grabar, por primera vez, esta pieza que me llena de mucha nostalgia. Siento aún retumbar en mis oídos los saxos que se alternan agudos y graves, el violín que le da esa extraña nota de tristeza y el arpa que, solemne, no deja de bordonear.
Fue con la Estudiantina Perú que de sábado para domingo pude apreciar mejor la belleza de esta canción, invitado por su director Panchito Leytth. El valle del Mantaro me subyugó. Por esa noche supe que Tarma, llamada también “La Perla de los Andes”, bien valía una canción. Ironías de la vida: su compositor, Daniel Rojas Rojas, que vive en el corazón del pueblo, existe, sin embargo, en el anonimato en la ciudad. Ni una calle, ni una plaza, ni una farola en Tarma llevan su nombre, me dicen. “Picaflor tarmeño/ prosigue tu vuelo/ que volando se halla/ amor y consuelo”. Me voy.