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OPINIÓN | Víctor López García: fusiones y adquisiciones

Se aprobó la Ley de Control Previo de Operaciones de Concentración Empresarial,el cual protege a los consumidores peruanos de los efectos negativos de un mercado monopólico.

Congreso1
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06/05/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

Hay leyes y leyes. Unas más importantes y necesarias que otras, en tanto que norman aspectos fundamentales de la economía, la sociedad y la política. Es el caso de la Ley de Control Previo de Operaciones de Concentración Empresarial (presentada, promovida y liderada por el congresista Jorge del Castillo) que el jueves último aprobó el Pleno del Congreso luego de casi tres años de análisis y debates tanto externos con las entidades y expertos; como internos entre legisladores y comisiones vinculadas.

En un mundo crecientemente globalizado el mercado cada vez menos es y debe ser regido por la absoluta aplicación del "dejar hacer, dejar pasar, que se convierte en el dominio (para su exclusivo beneficio) de monopolios y oligopolios, que terminan atentando principalmente contra los consumidores en términos de calidad y precio; porque no tienen competencia o esta es muy débil.

Para ello el Estado tiene que asumir un papel regulador (no controlista) en defensa de los usuarios que establezca ciertos parámetros que hagan menos asimétrica la relación entre oferta y demanda. Claro que para algunos "puristas liberales de derecha" esto se considera como intromisión al mercado; mientras que para otros "puristas extremistas de izquierda" el control del Estado debiera ser absoluto. Allí está el mal ejemplo reciente de la destrucción de la economía que han hecho los corruptos y criminales dictadores comunistas en Venezuela. Algo así se percibió en el proceso de discusiones. Pero al final se impuso la sindéresis de aprobar una ley que sí hacía falta. Al punto de ser el Perú uno de los países más rezagados en este ámbito. Y que también la OCDE recomendaba su adopción. Dice un antiguo adagio "que es mejor tarde que nunca".

Más conocida como "Ley Antimonopolio" busca establecer parámetros a las grandes empresas que para ser más eficientes y competitivas al mismo tiempo que reducir costos y aumentar ganancias tienden a integrarse para ganar o dominar mercados; muchas veces con el consiguiente abuso de su condición dominante en términos desfavorables o negativos para los diversos públicos consumidores.

Precisamente, por la ausencia de esta ley es que algunas grandes empresas han absorbido o integrado a otras formando conglomerados que han logrado tener una posición monopólica en el mercado como ocurre con las farmacias, las cervezas y los medios de comunicación. De esta manera los consumidores se convierten en una especie de "clientes cautivos" que no tienen otra alternativa que optar entre los pocos productos de la misma empresa. En cierto modo es una especie de "dictadura del consumo" que se corresponde con la "dictadura política" propio de regímenes absolutistas y totalitarios de raíces fascistas o comunistas.

Sin duda que esta ley constituye un significativo avance en una economía regulada que se corresponde con los tiempos y con los cambios. Para "construir" un mercado de competencia más equilibrado entre oferta (siempre protegida) y demanda (siempre olvidada). Esta aprobación mejora la imagen de un Congreso identificado y comprometido con los intereses del país y de la gente.