OPINIÓN | Víctor López García: Escenarios, personajes, posibilidades, límites
El escenario político nacional es bastante complejo y complicado, donde nadie quiere parecer culpable sino inocente; aun cuando todos de alguna manera tengan alguna cuota de incumbencia. En un contexto de agresiones y descalificaciones, de acusaciones y victimizaciones; donde muchos contaminados pretenden aparecer como puros.
La razón fundamental de lo que está pasando tiene que ver directamente con los personajes que configuran la correlación de fuerzas del país. El pueblo peruano que en su inmensa mayoría ha votado por sus anteriores y actuales autoridades. Una frase conocida dice que "cada pueblo tiene los gobernantes que se merece". Es doloroso, pero cierto. Y tiene mucho que ver con los bajos niveles educativos y culturales de la gente que elige mal o muy mal. Otros grandes pensadores sostenían que "hay que educar al soberano en referencia" al elector que vota así. Esa tarea debiera ser de los partidos, pero (con muy raras excepciones) no existen en el país. Solo hay movimientos y organizaciones legales y formales, que existen jurídicamente; pero no realmente. Solo cumplen con la ley para funcionar. Pero no tienen ideología, línea política, propuestas programáticas ni estructura orgánica. Se constituyen solo para las elecciones. Y nada más. Allí están como muestras los "partidos" que auparon a Toledo, Humala, PPK y Vizcarra. Con congresistas tránsfugas que van de un lado a otro solo motivados por su exclusivo interés personal y nada más. Que se puede esperar de ellos. No tienen principios ni valores. Nada que ver con los líderes políticos del pasado. Igual ocurre con el Gobierno con ministros de diversas procedencias, sin experiencias políticas; además de ineptos en la gestión pública. Como prueba está el ínfimo gasto del Presupuesto Público. O la mitigación de los desastres naturales en el Norte. Igual o peor los gobernadores regionales y los alcaldes que son más incapaces e inmorales. Además de agitadores en contra de sus propios pueblos truncando el desarrollo económico y el progreso social.
Por eso, no debiera llamarnos la atención la agudización de la crisis de poderes que estamos padeciendo entre el Gobierno y el Congreso, donde ambos son responsables. Porque no es cierto que sea solo el Parlamento el culpable. Incluso lo es menos que el Ejecutivo. Porque les ha aprobado todas las autorizaciones que se requerían para facilitar la gestión pública. Al punto que han emitido cientos de decretos al amparo de esta licencia. Se podrá cuestionar y hasta acusar a varios o a muchos de falta de aptitud (capacidad, calidad, condiciones) o de carencia de actitud (conducta, comportamiento, carácter) y es cierto; aun cuando también hay buenos padres de la patria. Y en lo único que no han procedido es en aquello que colisiona con la misma constitución. El Gobierno es más responsable porque ha utilizado solo la acusación y la confrontación contra el Parlamento como argumento fácil para ganar opinión pública y aparecer bien posicionado en las encuestas. En ningún momento ha apelado al diálogo y la concertación, que es la mejor forma de hacer política en el plano global. Gobernar es un ejercicio constante del acuerdo en temas básicos y fundamentales. Y no la acusación y el enfrentamiento.