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OPINIÓN | Víctor López García: "El Congreso que elegimos y queremos"

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03-02-2020

El Congreso que elegimos es el que queremos. O el que quieren segmentos significativos de la población electoral que lo hacen posible. Sobre todo en un proceso atípico impuesto por las circunstancias políticas que nadie esperaba del aún discutible cierre del Congreso. Con poco tiempo para hacer campañas y la dificultad de conocer las propuestas y los candidatos de dos docenas y más de organizaciones habilitadas. Pudo ser esta una oportunidad para reducir el exagerado número de organizaciones que se denominan partidos pero que no lo son. La mayor parte son entes personales, familiares o empresariales. Nada de ideas o ideales que son la razón de ser de su existencia. Menos líneas políticas o propuestas programáticas. Ni siquiera estructura orgánica o cuadros de conducción. Con escasos cuadros lucidos y coherentes. O eficientes y transparentes. Los demás vientres de alquiler o de préstamos rentables. Tener un partido se ha vuelto un rentable negocio para algunos. Ya sea nacional, regional o local. Un aparato necesario para asaltar el poder. Así lo han demostrado en los últimos años los alcaldes, gobernadores y hasta presidentes investigados, procesados, condenados o fugados.

En las recientes elecciones parlamentarias no han votado la cuarta parte de los electores. Porque no les interesa o porque no quieren sufragar. Prefieren pagar la multa. Otro segmento cercano a la quinta parte ha votado en blanco o viciado su voto. Eso expresa su escasa o nula identidad con la democracia y la conducción del país. En cierto modo un rechazo a la política, los partidos y la política. Los votos válidos corresponden a poco más de la mitad de la población electoral, que son los que finalmente eligen.

Los resultados electorales admiten diversas lecturas. No hay ganadores plenos, puesto que ningún partido ha logrado pasar del diez por ciento. Alrededor de cinco están en torno a ese dígito. Y algunos de los que lo han conseguido es por casualidad o circunstancial. Unión por el Perú le debe el resultado a Antauro y Podemos se la debe a Urresti, más allá del dinero que invierte su propietario. Sin ellos nada son. Alianza para el Progreso se la debe a su dueño y los ingentes recursos que invierte. El Frepap también se la debe a quienes han marcado el pescadito por divertimento o vacilón. Lo que habla mal o muy mal de los electores. Finalmente, falta mucha cultura y educación política. Acción Popular se la debe a la mala memoria de los electores que no conocen o se olvidaron del pasado vergonzante de los dos gobiernos del arquitecto. Además, del bondadoso apoyo de Paniagua a los terroristas beneficiados por el apoyo estratégico de rojos y caviares que entonces gobernaron.

Es increíble cómo se vota por acusados, procesados, excarcelados de todas las identidades y compromisos ideológicos, políticos, programáticos, religiosos, éticos y demás. Un Congreso combi donde todo puede ocurrir. Demasiado segmentado y dividido. Ojala no extrañemos al Parlamento disuelto. Porque todo indica que así podría ser. Solo hay un ganador que ha logrado su objetivo. Tener un poder del Estado con escasas aptitudes y con pobres actitudes.