11/03/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Hay diversas formas de analizar a una institución u organización. Entre ellas el conocido Análisis FODA para analizar las potencialidades internas, y el también reconocido Análisis PEST para conocer los contextos políticos, económicos, sociales y tecnológicos; que inciden decisivamente en las Estrategias, Objetivos y Metas.
Sin embargo, hay una modalidad complementaria que vengo utilizando para conocer la situación y perspectivas de una entidad (cualquiera que fuere): la Aptitud y Actitud de sus integrantes, en particular de sus líderes y dirigentes.
La Aptitud hace referencia a la capacidad, la calidad y las condiciones de los integrantes de una organización; vale decir el nivel de conocimientos específicos y experiencias especiales que tienen en el ámbito de competencia en el cual desarrollan sus actividades; sustentados en la inteligencia, el conocimiento y la información (adquiridos en la escuela, el colegio y la universidad, particularmente).
La Actitud, por su parte, hace mención al carácter, conducta y comportamiento de los miembros de una asociación; o sea el desenvolvimiento personal basado en determinados principios y valores (adquiridos en el hogar, principalmente) que guían la conexión entre las personas a través de sus específicas personalidades.
Si se tomara al Congreso de la República como el ámbito de aplicación del Modelo Aptitud-Actitud encontraríamos que su altísimo nivel de desaprobación ciudadana está mucho más relacionado con el carácter, la conducta y el comportamiento (que constituye finalmente lo que se denomina el plano de la "inteligencia emocional") que con la capacidad, la calidad y las condiciones que tienen los mismos (y que se constituye en el ámbito de la "inteligencia racional").
En el plano de la Aptitud es cierto que es bastante notoria la débil formación académica, intelectual y política de los congresistas; parte de los cuales apenas tienen bachillerato y licenciatura, y pocos pueden ostentar maestrías y doctorados. Y es que para ser legislador la ley no exige requisitos de conocimientos y experiencias; por lo que cualquiera puede ser.
Es en la órbita de la Actitud donde se generan los mayores déficits de desaprobación y rechazo porque afecta directamente el campo de la ética y la moral.
Pareciera que los electores aceptaran sus escasas Aptitudes; aun cuando algunos se han querido "inventar" estudios que nunca han realizado. Desde secundaria hasta universitaria. Innecesarios. Más bien se han metido en problemas de Actitud, porque no han podido demostrarlo. Se ha comprobado más bien que han mentido y engañado. Sin embargo, siguen allí. Ocupando su escaño. En un blindaje incomprensible.
En síntesis, el Congreso pierde más tiempo ocupándose de la pobreza ética y moral de algunos de sus integrantes (acosadores, por ejemplo) que de la coherencia y lucidez que no se nota en los proyectos de ley que tanta falta hacen para el desarrollo económico, el progreso social y la modernización política y gubernamental.