08/07/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
La inversión es un factor fundamental para explicar el desarrollo económico, el progreso social y la modernización de un país. Con ella se inicia el círculo virtuoso que crea empleo digno y decente para generar ingreso entre los trabajadores y con ello puedan acceder al consumo en el mercado de bienes y servicios. Siempre ha sido así en todo tiempo y lugar. Puede ser pública o privada; nacional o extranjera. Y sobre ella se han construido diversidad de mitos y planteamientos ideológicos que han ido evolucionando con los tiempos y con los cambios, de acuerdo a las nuevas realidades de un mundo dinámico y en proceso continuo de mutación.
Las transformaciones radicales que ha vivido el mundo y la humanidad desde la última década del siglo XX, en lo político con el derrumbe del "socialismo realmente existente" en los países regidos por el marxismo; en lo económico con la predominancia de la economía de servicios por encima de la economía industrial y de la economía agraria (según Toffler); y, sobre todo, con la irrupción de la revolución tecnológica del internet y lo digital; ha evolucionado completamente el concepto de espacialidad y de temporalidad, de necesidad y oportunidad, de identidad y compromiso del capital y las inversiones en general; y muy en particular de la inversión extranjera.
Desde entonces hasta ahora son muy pocos los políticos y gobernantes que se oponen, en términos absolutos, a la "inversión extranjera”. Más bien, ha triunfado la tesis aprista hayista de aceptar los capitales foráneos en términos relativos; o sea poniéndoles ciertos parámetros a su incursión en la "economía nacional"; que también está en cuestión, pues no se sabe a ciencia cierta qué tanto es efectivamente nativo o foráneo. Hoy más bien los gobiernos pugnan por acceder a la presencia de empresas y empresarios que inviertan en sus territorios para ocupar a sus recursos humanos, generar trabajo con buenas remuneraciones que les permitan una existencia fecunda.
En el Perú, hoy como ayer, solo las atrasadas y retrógradas izquierdas, con el cuento de defender la ecología y el medio ambiente, se oponen a la inversión extranjera, especialmente minera, aduciendo incompatibilidad con la agricultura; cuando ya se ha demostrado que pueden convivir si es que se aplican todas las ciencias y tecnologías que se han logrado inventar; tal y como ocurre en los diversos países desarrollados donde se hace una explotación responsable de los recursos naturales.
Este tema viene a colación de una reciente iniciativa del congresista Jorge del Castillo, aprobada en la Comisión de Defensa que preside, de permitir la inversión extranjera en un espacio de 50 kilómetros de la frontera Sur, con el sano propósito de reactivar la economía, generando empleo, ingreso y consumo; y por tanto mejorar la calidad de vida y satisfacer las necesidades básicas de la población de Tacna que tanto lo requiere. Es, sin duda, un dispositivo legal importante y necesario que debe ser apoyado para bien del país y de la gente.