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OPINIÓN | Sarko Medina: Nuestra Historia

"Es menester que en algún punto de nuestra vida hagamos, entonces, este ejercicio: escribir una historia, nuestra, ajena, escuchada, vivida".
17-04-2020

Decía Richard North Patterson: "La escritura no es producto de la magia, sino de la perseverancia", lo cual, para quién se dedica a este arte incomprendido muchas veces, es una realidad. Son más las horas invertidas en pulir un texto que el éxito que este tiene en el tiempo o que reditúe monetariamente.

Entonces ¿De qué sirve dedicarse a escribir? O aún más ¿para qué escribir lo que sea? Cuando dicto el taller de Cuento y Microcuento y el de Redacción Literaria, siempre respondo a esta pregunta indicando que es depende de la expectativa de la persona, si quiere dedicarse al oficio por el cual sufrieron y vivieron Borges, Cortázar, García Marquez o Arguedas, deberá someter su vida a los avatares del tiempo que no es remunerado, del vacío de ideas, los momentos de gloria cuando resulta un arco narrativo, cuando pones el punto final y sabes que inicia recién la historia del texto.

Pero si no es esa la vida que se espera, tampoco debe descartarse la narrativa, ya que esta es universal y necesaria, hasta transversal a toda carrera. Escribir historias, en realidad, es como respirar, lo hacemos sin darnos cuenta. Antes que se me juzgue por universalizar el concepto de elegidos por las musas como se piensa que son los es- critores, recordemos lo que decía Eduardo Galeano: "Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias".

Y es verdad. Nuestras propias historias son la mejor narrativa que encontraremos. Cada domingo después del almuerzo familiar surgen esas vivencias que, repetidas cientos de veces de repente, siempre sonarán nuevas cuando ya no se oigan y seamos nosotros los que las repitamos.

Es menester que en algún punto de nuestra vida hagamos, entonces, este ejercicio: escribir una historia, nuestra, ajena, escuchada, vivida, transformada por los años, limpia de recuerdos innecesarios, primigenia en su forma, magnífica en su totalidad.

Josefina Aldecona dice que: "Cada día creo más en la memoria como fuente de inspiración literaria", y es verdad, las mejores historias se tratan de ocultar en el bullicio urbano, creyéndose poca cosa, cuando en realidad, son la más increíble fuente de relatos. Anímese, haga el ejercicio de contar su historia y, si es posible, convertirse en la mejor versión de la misma.

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