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OPINIÓN | Rubén Quiroz: 'Zoomteatro: Colectivo tubo de ensayo y Ayepotámono'

"Los grupos teatrales deben ya, masivamente, a dar respuestas con las herramientas técnicas disponibles. Cualquier nostalgia nos detiene".
24-04-2020

Para las mentes más audaces y dinámicas, esta nueva e inédita situación de distanciamiento social a nivel físico, no significa la desconexión de los

vínculos humanos.

Más bien lo resignifican y ven una oportunidad para no detenerse escénicamente, más bien, sin temor, exploran sus nuevas posibilidades. De ese modo, comienzan a repensar el teatro, su significado, su propia naturaleza y, con esa reflexión, antes que detenerse, generan sus propias creaciones y se movilizan con las herramientas tecnológicas y le dan nuevos alcances, establecen frescas percepciones, hacen que las artes escénicas persistan.

La propuesta de Ayepotámono, con su fundador, activo e incansable fundador Alexander Pacheco, es la primera propuesta usando la herramienta tecnológica Zoom (de uso masivo a nivel educativo, además), tiene una cualidad: está dirigido al público familiar.

Es decir, el inquieto Pacheco se lanza con toda su pasión al siempre crítico espectador infantil. Con su personaje, Lobualdo Ferozino, que ya es un alter ego del actor, logra con serenidad conectar con ese demandante público. Ya es habitual su capacidad y energía en este tipo de obras.

Aquí, además, se nota un dominio pedagógico de la cámara y, busca, la interacción de manera atenta. Su cuentacuentos, logra el impacto ansiado, mantiene la expectativa y cierra respetuosamente la puesta. Reitero, que los infantes son muy cuestionadores y, salen, satisfechos.

Otra propuesta, aunque para otro público, es la del colectivo Tubo de Ensayo, quienes, a propósito de la crisis actual, plantean una puesta ex profeso. Es decir, contextualizada,usando inteligentemente el vestuario, la escenografía consensuada, la misma temática es un signo de una rapidez inusitada para resolver las respuestas escénicas que nosdesafía la pandemia.

El trabajo grupal es notorio y, las coincidencias y calibraciones técnicas, tienen buen ritmo. Así, su obra Pausa. (O cómo me preparo para el fin del mundo), es una de las primeras nuevas formas de enfrentarse a la situación.

En esa lógica de cuestionar la actualidad e ir con respuestas teatrales ya en sí misma es un valor. La brevedad es exacta. La intrepidez, reconocible. Porque no se detienen o dan vueltas respecto a la semántica escénica, sino que ejecutan, se atreven, actúan.

Muy bien por Nae Hanashiro, Micaela Valdés, Melissa Lindley y Flavia Goya, de quienes esperamos más puestas de este tipo. Estamos, sin lugar a dudas, ante nuevas posibilidades a ser exploradas, sin desconfianza, en las artes escénicas en general.

Los grupos teatrales deben ya, masivamente, a dar respuestas con las herramientas técnicas disponibles. Cualquier nostalgia nos detiene. Vayamos, con la serena emoción correspondiente, a plantear los nuevos caminos que exige la situación.

Estemos a las alturas de las circunstancias. Sigamos haciendo teatro. Público hay y, ahora, de manera exponencial. Kausachum el teatro.