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OPINIÓN | Rubén Quiroz Ávila: Permiso para retirarme, Alfredo Bryce Echenique

No es un testamento, es más una lánguida carta que una ceremonia del adiós digna de su pasado narrativo.
ALFREDO
27-08-2019

Para algunos es un maestro del cuento. El magistral Con Jimmy en Paracas da una lección de cómo debe uno escribir. Esa osadía desvergonzada, ese tono testimonial, la punzada irónica, se elevó a genialidad con Un mundo para Julius. Estábamos ante una de las cumbres de la narrativa peruana y se esperaba mucho de este talento naciente, además, apartado de los rezagos del boom latinoamericano y sus novelas monumentales. Incluso sus obras parecían un cuestionamiento al poder fáctico de la aristocracia nacional. El libro que reseñamos forma parte de una trilogía final del recuerdo y la memoria.

Permiso para retirarme en realidad es una ratificación del estado en el que está nuestro escritor. Ya hace varios años se ha retirado. Mantiene ese tono cáustico, desvergonzado, lleno de nostalgia planificada y todavía algo de esa ironía corrosiva que lo antecedió. Además de reconstruir premeditadamente su propia biografía tanto intelectual como personal, también es un explícito ajuste de cuentas con varios personajes de la farándula literaria limeña.

No es un testamento, es más una lánguida carta que una ceremonia del adiós digna de su pasado narrativo. Representa un modelo literario que va, justamente, desapareciendo.