OPINIÓN | Rubén Quiroz Ávila: Lejos de todas partes, Carlos López Degregori
Pablo Guevara, ese ser fabuloso, decía que López Degregori era un hechicero medieval extraviado en Lima y que emitía conjuros. Así, de un sabio plumazo, describía la poética de un vate que más parece un profeta. ¿Acaso la poesía no es una forma de profetizar también? Por ello, todos los sentimientos narrados por este mago, tienen esa luminosa oscuridad de quien conoce el oficio. Y la belleza y el rostro crudelísimo de la palabra. Emitir versos aun a sabiendas que no hay escapatoria de las dimensiones oscuras del mundo: “el amor no existe en nuestras calles de BAC./pasea su lengua, sin embargo/negra enorme errante/sus manos desamparadas/de largos dedos azules para que siempre lo recordemos”.
Entonces, este conjunto recopilatorio de su trayectoria es un homenaje a la poesía misma, una celebración del hechizo que puede alcanzar quien es consciente de sus posibilidades líricas. López, ha mantenido su estilo de ahondar en inquietudes impías, de poetizar la desolación. Esa zona oscura de lo real a la cual nos introduce, es la dimensión que apenas vislumbramos cuando leemos, atemorizados, sus maleficios camuflados en versos. Eso confirma la naturaleza testamentaria, final, el desenlace maravilloso de una vida minuciosamente consagrada a la poesía.