20/09/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Jorge Acuña es el inicio del mimo en el Perú. Con él, se alcanza la dignidad callejera que merece todo arte que se precie de tal. El arte viene del pueblo y va hacia él, sentenciaba el maestro Vallejo. Si el fabuloso Marcel Marceau es un símbolo mundial, nuestro ícono Acuña es el símbolo de una de las maneras de hacer que el cuerpo hable con totalidad. El rostro se convierte en un espacio de gramática, de protesta, de drama. Las manos organizan el mundo, la explican. Cada parte de nuestra humanidad se expresa con la consistencia que nuestros centímetros de piel cuentan una historia siempre. Los ojos dicen. Los labios, impregnan relatos. Cada movimiento del cuerpo del mimo se articula con la visión que se ofrece al espectador en silencio aparente. Por eso hay que observarlo todo. De pies a cabeza. El cuerpo es un lenguaje.
Silencio aparente porque en realidad se despliega, no en silencio sino en bello suspenso, un fragmento de la vida detenida, contada, fabulada. El mimo ha creado un mundo, unos instantes en la que hay complicidad absoluta entre el público, conteniendo la respiración y lo que narrará el artista. Los guantes blancos ayudan, pero hay más. El rostro blanco acelera y muestra la destreza, pero hay más. Es que un mimo es creador de su propia historia, construye magníficamente y lo ofrece, generosamente, al espectador familiar. Esos momentos frente al público son resultado de haber interpretado, con detalle entrañable, con minuciosidad convencida, de que puede modificar una vida. Cuando un artista es consciente de lo que hace puede transformar una biografía, ayudar a dar un giro a un atento espectador, entonces, todo ha valido la pena.
Es por ello que hacer arte en el Perú, más allá de ser una forma de resistencia cultural, es imprescindible para la formación ciudadana. Este festival de mimo de Lima está liderado por uno de nuestros más notables mimos actuales y un heredero del espíritu de Marceau y Acuña. César Chirinos, junto a su grupo Familia Mimo, lidera, uno de los proyectos artísticos más inolvidables de nuestras artes escénicas. El valor, la fortaleza, la fe, en que nuestro arte persista es lo que hace que este festival siga y, subrayo, no debe detenerse. Aquí, como en varios proyectos, el ICPNA ha sido un cómplice imprescindible. Su política cultural es valiosa en tanto asume la responsabilidad, con calidad y profesionalismo, de promover el arte.
Este domingo, carísimo ciudadano, desde muy temprano en la Plaza San Martín (espacio de todas las luchas), se iniciará, en todo el día, esta propuesta escénica que también dará inicio a la cada vez más esquiva primavera. Saquemos todos ese mimo que llevamos dentro. Así, la vida, será menos cruel.