OPINIÓN | Rubén Quiroz: "Actores 2019"
Marcello Rivera, con Calígula (2018), había alcanzado sus límites de actuación. Por lo tanto, verlo en Camasca, era un imperativo por sus antecedentes. Con la obra de Camus, el personaje le exigía una hondura mental de niveles superlativos, asunto que resolvió brillantemente. Pero en la obra de Dumett el problema era la misma concepción de la puesta. Entonces, tenemos a una Rivera solo entusiasta y cumplidor, a pesar que la magnitud le pedía otros estados mentales para el logro mayor. Solo compite con su nivel actoral Pietro Sibille en El Misterio de Irma Vap. Sabemos de las virtudes excelsas de Sibille, siempre comprometido con brindar experiencias únicas en toda puesta que asume. Para todo amante del teatro es una obligación verlo actuar. Tiene una vocación natural por la estética escénica y una enorme capacidad de transformación. Esa versatilidad, comedida, estudiada, planificada, hace que los grados de verosimilitud de sus actuaciones tengan la claridad de los magníficos actores.
En Horizonte de evento, Karlos López Rentería, que además la escribió y dirigió, hace de las suyas. Con su habitual compromiso nos brinda un derroche de energía inteligente, dinámica, imparable en su capacidad de resolver las escenas, muy bien entrenado para la sorpresa, incluso. Se puede declarar que es uno de los jóvenes actores de primera línea. Considero que ya debe asumir papeles aún más retadores, aquellos que confirmen que el sendero escénico que ha tomado es, justamente a su talento, una excelente oportunidad para seguir mostrándolo. Roberto Ángeles es un correcto director de actores. Su larga experiencia en gestionar los egos hace de su mano la más adecuada para toda propuesta coral. Por eso con Roberto Zucco, cuyo elenco era de una corte actoral de polendas y exigencias máximas, resalta Diego Salinas. Sin desmerecer el esfuerzo notable de sus colegas, Salinas es un dechado actoral. Usa todas las herramientas físicas y vocales para una transformación espléndida. Y lo principal ocurre en su mente. De ese giro que interioriza de su personaje es que se deriva el uso de su caja de herramientas actorales. Es momento de un protagónico retador.
Francisco Rodríguez, en el Dr. Oinc, de la experimentada mano de Ismael Contreras, propone un personaje que es la encarnación misma. Su simbiosis incluso hace dudar para ver la diferencia. Es toda una promesa de nuestras tablas nacionales. Miguel Iza ha vuelto en Tu mano en la mía. No ha perdido su natural manera de interpretar, lo hace con tanta facilidad que la interpretación le es absolutamente natural. Su actuación hace revivir el buen teatro nacional, su ya inevitable maestría. Siempre fue un buen actor, y aquí, lo confirma de nuevo.
Hay una lista más larga, por supuesto. Muchos de ellos con factores resaltantes y dignos de una extensión mayor. Pero en un primer balance, tenemos a actores de fuste, con excelentes dimensiones escénicas, asegurando que nuestro teatro, tiene ya un directorio de cada vez mejores artistas que poco tienen que envidiar a las generaciones pasadas.