05/01/2021 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Por: Roberto Rodríguez Rabanal - Sociólogo
El nuevo año puede ser histórico si, como sociedad, somos capaces de poner punto final a la desigualdad y los privilegios de unas pocas familias, para dar pase a una verdadera y definitiva independencia nacional.
La Segunda Independencia es justa y necesaria porque la de 1821 quedó trunca. Los criollos la secuestraron, tal como consta en el famoso diálogo entre Pablo Macera y Jorge Basadre. Los mismos que jugaban a favor de la Corona Española, al ver la derrota de ésta, rápidamente giraron, pero no para que haya una independencia integral, sino para mediatizarla, limitándola a la formalidad política, manteniendo la concentración del poder económico, en cuyo manejo Inglaterra empezó a tener un rol fundamental.
Durante dos siglos, los grandes grupos de poder económico capturaron el Estado. Es la derecha en sus distintas expresiones la que ha gobernado, incluyendo la gestión de Humala/Nadine. La KONFIEP logró mantener el control del Ministerio de Economía, imponiendo la designación de Castilla. La única “gran transformación” fue la del propio Humala, quien representó el continuismo neoliberal y la corrupción, en la misma línea de Fujimori-Toledo-AG.
La insurgencia de la Generación Bicentenario y la decidida acción de los trabajadores agrícolas significa un punto de inflexión en la vida nacional. Puso en agenda temas como la democracia integral (política-económica-social), a diferencia de la “democracia” del gobierno (PPK-Vizcarra-Merino) y del Congreso, que actúan a espaldas del país; y la igualdad frente a la concentración monopólica/oligopólica.
La elección de abril no es una más. Esta vez no se trata de cambiar a un presidente, sino que el pueblo será el que construya un país diferente. Constituye una posibilidad y una oportunidad democrática que no podemos desperdiciar. Después de las múltiples pandemias (coronavirus, desempleo, corrupción) y las crisis simultáneas (sanitaria-económica-social-política-moral) corresponde dar paso a un tiempo nuevo.
Con ilusión y valentía avancemos hacia nuestra Segunda Independencia. Esta vez no dejaremos que nos la arrebaten. Hacerla realidad permitirá culminar la formación de nuestra Nación en un Perú diverso cultural, étnica y en cuanto a lenguas; además de reactivar la economía y el empleo, para lo cual requerimos cuidar la salud y disponer durante los próximos meses de una vacuna contra el Covid-19 y evitar una segunda ola que está en ciernes.
Para materializar nuestra Segunda Independencia es esencial un renovado Pacto Ciudadano, social y político, a concretarse en una nueva Constitución producto de la elección y no de la imposición, que exprese el más amplio consenso posible. El 11 de abril es una buena ocasión para que, mediante votación, se consulte si optamos por una nueva Constitución.
Cambios de fondo, sí; maquillajes, no. Con el inmortal Don Quijote decimos: “Cambiar el mundo, amigo Sancho, no es locura ni utopía, sino justicia”. ¡Manos a la obra!