OPINIÓN | Roberto Rodríguez Rabanal: "Salvo la educación todo es ilusión"

Dr. Roberto Rodríguez Rabanal

Sociólogo

La educación en nuestro país sigue ubicada al final de la cola en América Latina y ni qué decir a nivel mundial. Por eso, a las puertas del bicentenario, es justo y necesario una reforma integral y no pequeños cambios cosméticos.

En la construcción del nuevo pacto social -a expresarse en una Nueva Constitución-, la educación debe ser considerada un derecho humano fundamental, y ser universal, gratuita y de calidad; que elimine las desigualdades y la discriminación; laica y con enfoque de inclusión social, intercultural y de género.

Necesitamos priorizar la educación pública. En este marco requerimos erradicar el lucro, derogando el nefasto Decreto legislativo 882 (1996) que permitió que el fujimorismo convirtiera a la educación en un negocio. Además, requerimos afianzar la capacidad del Estado para regular la educación privada.

En este proceso, la dignificación del magisterio es muy importante, pues resulta inadmisible que el 40% labore en condición de contratados, situación que urge cambiar, reduciéndola al mínimo, aumentando simultáneamente las plazas anuales de la carrera pública magisterial, duplicando las remuneraciones de los docentes al 2026, incrementando asimismo las pensiones de jubilación

Es el colmo que casi el 60% de las escuelas públicas carezcan de agua potable y, peor aún, que no se haya implementado un plan de mejora de la infraestructura, tarea de primer orden para el nuevo gobierno.

Que el acceso a internet sea reconocido como un derecho humano en la Constitución, aunado a asegurar la ramificación de la fibra óptica a partir de la Red nacional dorsal ya existente, son aspectos vitales que demandan voluntad política y decisiones firmes.

En medio del dolor y la tristeza en esta segunda ola de la Covid-19, como país no podemos permitir que más los más pobres tengan que desertar, caso de los miles de niños, niñas, adolescentes y jóvenes que se vieron obligados a retornar a sus tierras, de quienes nadie habla. Y Vizcarra, en nombre del mercado, dejó hacer y dejó pasar, actuando de modo similar a sus antecesores que se olvidaron de los pueblos más alejados.

Para el fujimorismo en todas sus variantes, el conocimiento es un bien transable y su producción debe encarase desde un enfoque costo-beneficio (más barato comprarlo fuera, que generarlo en el país), respondiendo a una visión inmediatista y no de largo plazo. Por eso en cuanto a tecnología (I&D) apenas se invierte el 0.08%, la tercera parte que en Colombia y la quinta parte que en Chile. Para las universidades, la investigación es muy secundaria y para el empresariado que se dice “moderno”, simplemente no es negocio. De ahí la necesidad de un Ministerio de Ciencia y Tecnología.

Todo país que ha alcanzado el desarrollo ha priorizado la educación, especialmente la pública. El Perú está aún en la otra orilla. Pero son tiempos de cambio y, para lograrlo, todos los caminos conducen a la educación, con el protagonismo de maestros y estudiantes.

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