OPINIÓN | Roberto Rodríguez Rabanal: "Poder ciudadano"
El hecho nuevo de las últimas semanas es la construcción del gran poder democrático en una sociedad: el poder ciudadano. Dos manifestaciones significativas fueron las movilizaciones masivas que culminaron con la renuncia del gobierno ilegítimo de Merino, lideradas por la juventud; y el paro de los trabajadores agrícolas de Ica y La Libertad, cuyo desenlace fue la derogatoria de la mal llamada Ley de “Promoción Agraria”, que durante los gobiernos de Fujimori-Toledo-Vizcarra otorgó privilegios a las grandes empresas agroexportadoras vinculadas a la KONFIEP.
Ambas experiencias han permitido desarrollar las potencialidades existentes y obtener resultados concretos, constatando que tienen una amplia y diversa base social, aún germinal, pero con enormes posibilidades en tanto avance el proceso de articulación, respetando la realidad de cada sector.
Tal como ocurrió en el Paro Nacional de 1977, la marcha de los 4 suyos del 2000 y el cierre del Congreso el 2019, con la juventud al frente del pueblo combatiente se pasó de la indignación a la acción, esta vez con redoblada energía y con una perspectiva mayor referida al proceso constituyente que hasta hace pocos meses sonaba como una cuestión lejana y ahora está pasando a la orden del día. O sea, de ser una orientación de propaganda, la Asamblea Constituyente ha pasado a ser un llamado a la acción ciudadana.
El poder ciudadano se yergue, pasito a paso, a lo largo y ancho de nuestro país, en la ciudad y el campo, en los sectores populares y medios en creciente proceso de pauperización a consecuencia de la crisis sanitaria-económica-social. Es la recreación de lo que Gramsci planteó hace un siglo: el bloque histórico, representando al nuevo rostro social de nuestro país; o sea, el bloque social y político que sustentará la alternativa transformadora que pase de la protesta a la propuesta.
Es la opción de cambios profundos en la economía, el Estado y la sociedad ante el poder abusivo de quienes tienen capturado el Estado desde el siglo XIX, desde la época del latifundismo tradicional hasta el gamonalismo encubierto y disfrazado de “modernidad”, expresada desde hace tres décadas en el neoliberalismo, tanto de la llamada derecha bruta y achorada que impide que avance el país, como de la que se maquilla y pinta de color morado.
Constituye la vía nacional para construir un Perú diverso, justo, soberano, libre, próspero, con más derechos ciudadanos, priorizando la educación y la salud pública, la agricultura comunitaria y familiar e impulsando un vasto proceso de industrialización. Todo ello “sin calco ni copia”. Esta será la creación heroica del pueblo peruano.