12/03/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
A poco más de dos años del bicentenario de la declaratoria de la Independencia, aún falta mucho pan por rebanar en nuestro país. Que haya aumentado nuevamente la pobreza; que la anemia afecte a casi la mitad de la niñez; y que únicamente el 8% de la población tenga trabajo estable, se condice con el crecimiento económico que hemos tenido durante varios años; lo que lleva a preguntarnos ¿qué está pasando?
¿Se trata simplemente de que tal o cual persona, sea presidente de la República, ministro, congresista o Gabinete no haya dado la talla? ¿Es un asunto de funcionamiento deficiente de una, varias o la totalidad de instituciones? O se trata de una cuestión más de fondo que concierne a la mantención de la denominada razón colonial (Luis Lumbreras); lo que significa que, aunque los españoles se fueron, dejaron ese legado que se impuso sobre la razón nacional forjada por los pueblos, debilitando nuestra identidad, es decir, nuestro sentido de pertenencia.
La historiadora e investigadora María Rostworowski, en una entrevista que le hicieron en 1987, exclamaba ¡Cómo vamos a ser nación si no tenemos el sentido de ser uno!... Debemos quitarnos ese yoísmo de pensar solamente en nuestra persona... si tenemos vergüenza de nuestro pasado, cómo podemos tener patriotismo. Es un complejo tremendo que tenemos, hay que quitarnos ese complejo de encima.
En realidad subsiste la República criolla, donde prevalece el patrimonialismo, o sea la entremezcla de lo público y lo privado, que está a la base de la corrupción histórica, incluyendo la de los últimos 30 años; que está al servicio de los grupos de poder económico a los que finalmente no les interesa quién gana una elección, sino que pone el acento en coparlo para que sirva a sus intereses, caso de Ollanta Humala; y que restringe y cuando no elimina los derechos de las personas.
Es el patrimonialismo el que antepone lo privado al interés nacional y al bien común; por eso, en medio de un continuo crecimiento económico ha aumentado la desigualdad, evidenciada en que la educación y la salud pública cada día son más deficientes; mientras que la evasión y la elusión (minimización) tributarias, con el visto bueno del poder político, permiten que los que más ganan paguen cantidades irrisorias en impuestos.
Cambiar el orden de cosas demanda la construcción de una nueva mayoría política y social que trascendiendo el poder de la República criolla y el patrimonialismo, avance en la edificación de una nueva República de ciudadanos, donde la justicia, la libertad, la dignidad y la prosperidad vayan de la mano en una sociedad en la que prime una cultura de paz y transparencia; integrando nuestra diversidad en torno a un renovado pacto social.
Este es el gran desafío para el nuevo Gabinete que necesita generar confianza en la gente a partir de procesar los cambios profundos en la lucha contra la corrupción y la inseguridad ciudadana; priorizando la educación, la salud y la generación de más empleos a las puertas del bicentenario.