28/05/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Mahatma Gandhi, líder anticolonialista y pacifista indio, decía que aquellas personas que no están dispuestas a pequeñas reformas, no estarán nunca en las filas de los hombres que apuestan a cambios trascendentales. A las puertas del bicentenario seguimos siendo en esencia una República sin ciudadanos y, por ende requerimos nuevas reformas que faciliten el ejercicio de nuestros derechos en democracia, a fin de ser representados por gente capaz y sobre todo decente.
Hace menos de un año, nuestra sociedad fue remecida al difundirse los audios de los “hermanitos”. Lo que al comienzo apareció como un caso más de hampones comunes y corrientes, en realidad era una vasta red delincuencial en torno a la organización “los cuellos blancos del puerto”; contando con una activa participación desde el Estado : Consejo Nacional de la Magistratura, Poder Judicial, Ministerio Público, Congreso de la República; su referencia territorial inicial era el Callao, manejado por el grupo “Chim Pum Callao”, liderado por el reo fujimontesinista Alex Kouri y el prófugo Félix Moreno.
Pero no sólo de trataba del caso Lava juez, sino que poco a poco nos enteramos más del caso Lavajato, donde la inmundicia involucraba también a la cúspide del poder económico (Club de la construcción, con ramificaciones en la CONFIEP); y a lo político, una de cuyas fuentes son lo que queda de los partidos, convertidos en clubes electorales, varios de ellos penetrados por el narcotráfico y la gran mayoría actuando como vientres de alquiler.
Aunque en el referéndum del pasado 9 de diciembre, el 80% votó por la prohibición de la reelección inmediata de los congresistas, si se efectuaran las elecciones del 2021 con las normas vigentes, tendríamos más de lo mismo. De ahí el por qué de la reforma política, siendo menester priorizar las concernientes a las organizaciones políticas (inscripción de nuevos partidos en base a militantes organizados y no a firmas, máxime si varios surgieron producto de la falsificación; elección de candidatos a través de Primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias, organizadas por la ONP y con paridad); y que haya filtros rigurosos en la presentación de candidatos (señalar los procesos penales en trámite y la declaración jurada de intereses; y que no puedan postular quienes tengan sentencia condenatoria en primera instancia por delitos dolosos de penas mayores a 4 años).
Asimismo, la transparencia debe caracterizar el financiamiento partidario, con rendición de cuentas antes-durante-después de las campañas electorales; y cabe limitar significativamente la inmunidad parlamentaria, pues está sirviendo para que haya impunidad.
La reforma política es un deber y un derecho ciudadano. El debate de las propuestas en el Congreso tiene que procesarse con celeridad, constatándose que no hay una voluntad reformista en la mayoría congresal; por lo que corresponde extenderlo a los diferentes espacios ciudadanos. Si persistiera la terca oposición de aquélla a las reformas, entonces deberá plantearse el voto de confianza y, si fuere el caso, a la disolución constitucional del Congreso.
Esto es parte de la lucha contra la corrupción, la cual, repito una vez más, no tiene sello ideológico, color político, género, credo religioso u origen económico. Por cierto, no todos somos iguales pues en la ciudadanía hay fuerzas morales que anhelan cambios de raíz. Será un combate desigual frente al poder político y económico, pero, con Toro Belisario decimos Sólo se ha perdido cuando se deja de luchar