Columnistas

OPINIÓN | Roberto Rodríguez Rabanal: educación integral

En la elaboración del nuevo Proyecto Educativo Nacionales es menester sacar las debidas lecciones y proponer una educación integral.
pen
19-03-2019

Ningún país del mundo ha podido desarrollarse sin considerar a la educación como una de las prioridades nacionales, para lo cual la inversión en capital humano es esencial.

Lamentablemente, en nuestro país no ha sido así y nos hemos quedado en el discurso acerca de la importancia de la educación; sin pasar del dicho al hecho, por ejemplo, en cuanto a la promoción del magisterio y la cuestión presupuestal.

Además, existen dos errores bastante comunes cuando se habla de educación en el Perú: el primero es considerarla como sinónimo de instrucción, como un asunto de transmisión de conocimientos, por lo general de manera abstracta y memorística. El segundo, abordar el tema educativo como un tema exclusivamente de aptitudes, es decir de capacidades y habilidades; obviando o subestimando las actitudes, que tiene relación con la voluntad y la disposición para el estudio e interactuar con estudiantes y docentes.

Cuando el año 2002 surgió el Foro del Acuerdo Nacional, la política de Estado número 12 estableció el Acceso universal a una educación pública gratuita y de calidad, y promoción de la cultura y el deporte. El 2007 fue aprobado el Proyecto Educativo Nacional (PEN), mandato de la Ley de General de Educación; definiendo las prioridades de la agenda del sector educación.

El Objetivo Estratégico 1 del PEN, Oportunidades y resultados educativos de igual calidad para todos, corresponde a la equidad educativa, o sea, la universalidad de la educación con calidad; aunque los resultados no han respondido a las expectativas, y cada año constatamos el retraso en los colegios del sector público, sobre todo, en las áreas rurales, y la mayor desigualdad en relación a las instituciones educativas privadas a las que asisten niños, niñas y adolescentes de mayores recursos económicos. El inicio del nuevo año escolar lo evidencia una vez más.

Simultáneamente hay un divorcio en la ejecución de los objetivos estratégicos del PEN; el 5, Educación superior de calidad se convierte en factor favorable para el desarrollo y la competitividad nacional, está quedando como letra muerta en el contexto de la persistencia de la crisis universitaria, con un proceso de licenciatura en el que por lo menos treinta universidades se verán obligadas a cerrar dentro de pocos meses, revelando cómo estamos y qué tenemos. Ni qué decir respecto al Objetivo estratégico 6, Una sociedad que educa a sus ciudadanos y los compromete con su comunidad. La mayor violencia familiar hacia niños y mujeres; y el marcado individualismo imperante lo exteriorizan.

Estando en elaboración el nuevo PEN al 2036 es menester sacar las debidas lecciones y proponer una educación integral integrando conocimientos, experiencia, actitudes, afectos y ética; valorando adecuadamente el rol de los maestros. No podemos perder más tiempo. En educación es la hora de la acción.