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OPINIÓN | Roberto Rodríguez Rabanal: con el cambio climático no se juega

Por el cambio climático se verán afectadas las infraestructuras, la economía, la salud pública y las costas.
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26-02-2019

Donald Trump dijo “No me lo creo”, comentando el informe titulado La Evaluación Nacional sobre el Clima, el estudio científico más completo que existe hasta la fecha en el que se detalla con gran precisión los efectos que el cambio climático va a tener en las infraestructuras, la economía, la salud pública y las costas.

Más allá de las contradicciones en la Casa Blanca, lo real es que ya estamos en la era del clima extremo, con mucho calor y sequía; a mayor emisión de gases de efecto invernadero, aumentan las probabilidades de temperaturas muy altas; en términos generales los científicos también afirman que a mayor aumento de la temperatura del planeta, el clima extremo se volverá más frecuente y más intenso.

La temperatura promedio global se ha incrementado y según la Organización Meteorológica Mundial, los últimos cuatro años fueron los más calurosos de los que se tenga registro, y los 20 años más calurosos tuvieron lugar en los últimos 22 años; aunado a que las temperaturas de los océanos fueron muy altas.

La contaminación tiende a agravar la situación descrita y la llamada Isla de basura (80 mil toneladas de residuos plásticos) en el Pacífico -entre Hawái y California- ya es más grande que Francia y causa una gran preocupación.

Tres de cada cuatro personas viven en ciudades, por lo urge pensar en los árboles como una infraestructura de salud pública, más aún si plantarlos es fácil y barato; aquéllos, no solo embellecen una ciudad sino que proporcionan aire fresco y limpio y ayudan en la salud física y mental de sus habitantes.

La diferencia en salud no tiene que ver solo con los árboles. Pero los investigadores aseguran que los barrios con menos árboles tienen peores resultados en la salud de sus residentes. Así se puede concluir que la desigualdad urbana puede empeorar los niveles de salud.

Es prioritaria la forestación y la reforestación permanente de las áreas taladas en la ciudad, y que tendamos a que haya un árbol por cada vivienda para contrarrestar los efectos del calor. Esto es prevención y tiene que ver con hacer las ciudades más resistentes al cambio climático; por lo que la información y la educación ciudadana son fundamentales.

Dejemos atrás la civilización que privilegia las ganancias de un ínfimo grupo de personas afectando a la gran mayoría de la gente; se requiere un cambio de raíz para orientarnos al desarrollo sostenible, no en el discurso sino en los hechos. El cambio climático y la contaminación no son cosa de juego.