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OPINIÓN | Roberto Rodríguez Rabanal: AG

Necesitamos líderes que no estén enamorados del dinero, sino de la justicia, que no estén enamorados de la publicidad sino de la humanidad.

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23/04/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

Sería mezquino afirmar que el suicidio y muerte de Alan García no significa nada para nuestro país; por el contrario, sirve para reflexionar sobre el dolor humano y el sentido de la vida, la justicia y la historia.

Apenas supimos que el expresidente había fallecido, el primero en hablar fue el congresista Mulder: honor y dignidad frente a la persecución fascista. Que haya obviado referirse al tema pendiente con la justicia es entendible tratándose de él, aunque no justificable, pero puso el énfasis en atacar a mansalva y con ligereza al decir que hubo persecución -que no es tal, evidenciado en la negativa del gobierno uruguayo de conferirle asilo político hace 5 meses-, y agregó el calificativo fascista, cuando estamos en democracia -con todas sus imperfecciones- y muy lejos de asemejarnos a regímenes como el de Pinochet (Chile) o de Videla-Viola (Argentina).

Mercedes Cabanillas fue más allá: la muerte de García no se trata de un suicidio, sino de un asesinato... el arma suicida no ha sido de él, lo que ha tenido al frente es un arma asesina por todos los ataques y las exigencias que lo metan preso. ¿Quién ha matado a Alan García? La prensa que merece mi irrespeto y naturalmente una administración del Ministerio Público que no es imparcial.

Nidia Vílchez internacionalizó el tema cuando responsabilizó a Tabaré Vásquez: en los hombros del presidente de Uruguay pesará la vida de Alan García. Después hizo lo mismo con el presidente de la República; antes, a todo pulmón, la militancia aprista coreó ¡Fuera Humala! y ¡Vizcarra asesino!

El hijo menor de García, Federico Danton, hizo su debut político en el velorio de su padre, calificando al expresidente Humala como enemigo; redondeó su faena trayendo a la memoria el SEASAP (Solo el aprismo salvará al Perú): Hay que hacer que el Apra vuelva al gobierno de cualquier manera.

Alfredo Barnechea, tratando de hacer méritos ante sus ¿excompañeros? expresó: hay que acabar con la mafia judicial en contubernio con el Gobierno. Voceros fujimoristas y Castañeda Lossio opinaron en un sentido similar. Cipriani gritó: ¡Basta de persecución malvada! Barba y Aldo M. hicieron eco de las palabras del exarzobispo de Lima. Beatriz Mejía, vocera del grupo Con mis hijos no te metas: esto fue un asesinato, un crimen de Estado.

En el marco de la peculiar invocación a la reconciliación sin odios, fue rechazado el saludo de condolencias del excanciller Allan Wagner; y el congresista Alberto De Belaunde fue tildado de chupamedias.

Para que no quedasen dudas sobre el mensaje alanista, en su última carta García escribió: Dejo mi cadáver como muestra de desprecio a mis adversarios.

Por otro lado, el periodista Renato Cisneros recordó que Alan García Sí la debía, sí la temía; el cardenal Barreto puso el acento en que Tenemos que luchar todos contra la corrupción; el sociólogo Santiago Alfaro señaló que los mártires se sacrifican por ideales, no para evadir la justicia... digno es el que merece respeto por cumplir sus responsabilidades, no el impune.

A propósito del asunto que motiva estas líneas finalizo con la serena reflexión de Martin Luther King: Necesitamos líderes que no estén enamorados del dinero, sino de la justicia, que no estén enamorados de la publicidad sino de la humanidad.