16/04/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Fue José Carlos Mariátegui quien planteó la construcción de un Perú nuevo en un mundo nuevo, aludiendo a la necesidad de procesar cambios profundos en nuestro país. Esta idea atraviesa el contenido de la que fue, para muchos, la más importante revista peruana: Amauta, publicada hace casi un siglo, expresión de creatividad, pluralismo y compromiso, lo que es poco común entre nosotros.
Lo propuesto por Mariátegui -quien falleció un día como hoy hace 89 años- sigue vigente a las puertas del bicentenario, pues el Estado en lo fundamental continúa en mal estado: independiente en lo formal pero subordinado a los grandes grupos de poder económico transnacionales y a sus socios en el Perú.
El caso de Odebrecht y las empresas del 'Club de la Construcción' (Graña y Montero, JJ Camet, etc.) es un claro ejemplo de lo señalado; con puertas giratorias y corrupción por doquier; manejando los resortes del poder político, incluyendo la indigna sujeción de presidentes y ministros de Economía y Finanzas; con su organización, la Confiep; y estudios de abogados y medios de comunicación a su servicio que tapan sus tropelías.
La visión centralista predominante impide comprender cabalmente la diversidad cultural, aunado al racismo y a la violencia familiar cotidiana, especialmente contra la niñez y las mujeres; manteniendo la notoria situación de desigualdad social y las enormes brechas ciudad-campo; y entre quienes lo tienen todo y hasta en demasía, y los que apenas sobreviven, aunque las estadísticas oficiales nos digan que si gastas S/ 11.30 diarios no eres pobre.
El bicentenario está aquisito nomás y lo que concebido inicialmente como plan de largo plazo ahora es de corto plazo, por lo que el Centro de Planeamiento Estratégico (Ceplan) tuvo que redefinirlo en función de tener un Plan Nacional de Desarrollo acorde con los Objetivos de Desarrollo Sostenible al 2030; proceso que está en marcha.
Construir un Perú nuevo en un mundo nuevo implica el compromiso de todos y algo imprescindible: liderazgo. Sí, liderazgo transformador para el desarrollo sostenible. Que conduzca al país en base a una visión compartida que resuma nuestros sueños; y que combine lo económico, lo administrativo y lo humano, asumiendo el sentido cualitativo de lo que se concibe por élites, retomando lo expuesto por el historiador Jorge Basadre.
Liderazgo que incorpore a la ética como factor aparejado al desarrollo, revalorando el valor de las fuerzas morales. Que promueva equipos a todo nivel, anteponiendo el nosotros. Que armonice la realización de la persona en tanto ser individual y ser social; las aptitudes y las actitudes, combinando talento y voluntad; que afirme el sentido de pertenencia para fortalecer nuestra identidad en el marco de nuestra existencia como país diverso. En suma, que ponga el acento en el bien común, el interés nacional y el respeto a los derechos ciudadanos; y que predique con el ejemplo.
Este será un gran aporte para la refundación de nuestro país, la renovación política y el reagrupamiento de las fuerzas democráticas, patrióticas, morales y descentralistas. Es una tarea que debió cumplirse ayer, pero todavía estamos a tiempo.