OPINIÓN | Roberto Rodríguez: "Elecciones al Congreso y agenda legislativa"
Hay quienes quieren hacernos creer, a priori, que el Congreso a elegirse el domingo 26 será peor que el disuelto constitucionalmente el 30 de septiembre de 2019. Lo repiten cotidianamente quienes defendieron a rajatabla la corrupción imperante, y que ahora buscan enlodar a todos, a fin de que haya una desconfianza generalizada que les permita pescar a río revuelto.
Según los resultados de las últimas encuestas, los soportes de la corrupción podrían conseguir su objetivo amparados en el mayor conocimiento que tiene la ciudadanía de los símbolos de sus partidos. O sea, más que por méritos propios sería debido a la fuerza de la costumbre. Así, la representación parlamentaria, bastante fragmentada, estaría conformada en un porcentaje significativo por viejos conocidos no queridos, desnaturalizando la esencia de la movilización popular que contribuyó a la disolución del Congreso. Entonces, aquello de nadie sabe para quién trabaja, es un riesgo electoral presente.
En medio de esta paradójica situación, aproximadamente el 50% de los electores aún no decide su voto o piensa hacerlo en blanco o viciado. Situación que puede y debe ser revertida, pues viciar o votar en blanco constituye una manera indirecta de anular el voto, y podría terminar haciéndole el juego a los mismos de siempre a quienes dice combatir.
Si la disolución del Congreso es el origen de los comicios del domingo, abriendo la posibilidad de una renovación, sería terrible que todo siga igual. Para procesar cambios de raíz, los principales temas surgidos al calor del debate deberían ser parte de la agenda legislativa a partir de marzo, y obviamente referentes programáticos a tener en cuenta a la hora de votar. Destaco algunos: lucha contra la desigualdad, la discriminación y el racismo; defensa de los derechos de los trabajadores de los distintos regímenes laborales; priorizar la educación pública y eliminar el lucro; revisión del conjunto de concesiones mineras y sus estudios de impacto ambiental; eliminación de las exoneraciones tributarias y los monopolios; muerte civil a los empresarios corruptos; enfoque de género frente a la cultura machista y patriarcal; y aprobación de las reformas políticas y del sistema de justicia pendientes. Todo ello como parte de la construcción de un nuevo pacto ciudadano para el Bicentenario, abriendo un proceso constituyente el 2021 como parte de la tan necesaria recuperación del Perú y del Congreso.
Exhorto al 50% de compatriotas que aún no decide su voto, a que lo haga diciendo sí a los cambios profundos a favor de la gente, no al continuismo político y económico; sí a la transparencia plena, no a la corrupción; sí a la renovación, no a los que son más de lo mismo.
Aunque algunos pocos tienen millones de dólares obtenidos en muchos casos de manera sucia, nosotros somos millones. Hagamos valer el poder ciudadano. Tenemos la palabra mediante el voto. No lo desperdiciemos viciándolo o dejándolo en blanco.