OPINIÓN | Pedro Paredes: la condena moral
¿Recuerdan el chiste del Congreso? Ese en el que una persona al pasar frente al hemiciclo escucha que adentro gritaban «Ladrón, corrupto, coimero», preocupado pregunta al vigilante si se están peleando. «Están llamando lista», le respondió. Sin duda que esa mofa calza a la perfección con nuestra fauna política, dentro y fuera del Parlamento.
Seamos honestos. Casi el 100 por ciento de políticos han hecho de la política una forma de ganar dinero fácil en nuestro país. Y nos demuestran que no se necesita llegar al poder para ser un truhan, tampoco necesitan manejar recursos públicos para pedir coimas en formas de porcelanatos o fajos de dinero. Por ejemplo, Héctor Becerril y Lourdes Flores son una clara muestra que el nivel de descaro humano no está ligado al coeficiente intelectual del individuo. Ciencia pura.
Pues bien, llamemos lista, por sus nombres: Alejandro Toledo, Ollanta Humala, Nadine Heredia, Alan García, Keiko Fujimori, Pedro P. Kuczynski, Luis Castañeda, Villarán, Héctor Becerril, Miguel Torres, Yessenia Ponce, Edwin Donayre, Moisés Mamani, Mauricio Mulder, Guillermo Bocángel, Bienvenido Ramírez, Kenji Fujimori, Benicio Ríos, César Acuña y Lourdes Flores, son solo 20 nombres del lastre político que tenemos en el Perú como una maldición sin final.
Pero la gente antes mencionada debe largarse a su casa. Así es. Largarse del verbo «largar» o «desaparecer».
Estos ya nada tienen que hacer en política, más que responder ante la justicia. Todos, de una u otra manera, aportaron para tener un país menoscabado en su moral, recibiendo cuotas mensuales de sobornos a cambio de obras, simulando contratos de conferencias, o con financiamientos oscuros en campaña política. Y no estaría equivocado al afirmar que Odebrecht no fue el único mecenas de estos políticos de medio pelo, y que han montado toda una organización criminal desde sus partidos para acumular el dinero que trabajando honradamente jamás lograrían.
Necesitamos un recambio generacional en nuestra política. Deben irse incluso los que hoy están en campaña antes de tiempo electoral, como Verónika Mendoza, quien quizá sea inocente para la justicia a pesar de su vinculación con las agendas de Nadine Heredia, pero ante los ojos ciudadanos ha formado parte de una red de corrupción que habría lavado dinero proveniente del chavismo. La condena moral es la sentencia que se le debe aplicar.
Estos ya nada tienen que hacer en política, insisto; sin embargo, no se irán. Andarán gritando en cada esquina ser inocentes, acusarán a otros de «corruptos», buscando tapar sus pestilentes pecados. Borrarlos de nuestro presente y futuro depende de nosotros. Repudiando toda modalidad de latrocinio y condenándolos al olvido, aunque la justicia los deje en libertad.
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