OPINIÓN | Pedro Paredes: Ay, de ti, Venezuela
He sido testigo, aunque no presencial, de la más grande barbarie que padece Venezuela. Me he sentido consternado al ver que la miseria humana del sátrapa huésped del Palacio de Miraflores celebraba que casi 300 de sus compatriotas resultaban heridos y 14 eran asesinados en la desesperación de llevar algo a la boca.
Mas, me pongo de pie por los millones de venezolanos no carnetizados en el padrón chavista, que prefieren el hambre antes que perder su dignidad ante un dictador que ha marcado con códigos de barra a su gente. Aunque, valga verdad, en crítica necesidad es un delito juzgar a los portadores del “carnet de la patria”, a pesar de que la bolsa de arroz que reciben a cambio los mantiene esclavos de un régimen que ha hecho de la necesidad de su gente su principal fortaleza.
Maduro prefiere la sangre de su pueblo, antes que dejar el poder con el que lacera la paz continental, por la xenofobia desatada en varios países contra la migración de sus compatriotas; sin embargo, aquellos que se quedaron deben lidiar con la represión chavista que, solo en este año, ha desencadenado en protestas con saldos mortales que bordean los 50. Casi uno por día. Sin contar a quienes murieron sin comida ni medicina en todo este tiempo.
Maduro prefiere la sangre de su pueblo, peor aún, que se desangren entre sí, oficialistas contra opositores, policías contra civiles. Y baila al ritmo de timbales sobre cada gota roja que se impregnan en el suelo.
Y a pesar de todo ello, hay que tener el cerebro tan estiercolado y la conciencia tan podrida para decir que los muertos y heridos que quisieron escapar de la miseria de su gobierno, son hijos del imperialismo.
Ay de ti, Venezuela, para tener a un demente que luce en el cuello la llave del sarcófago del Libertador, que grita “¡Victoria!” ante un mar de venezolanos cegados por el carnet que salva del hambre a su portador, mientras voluntarios y civiles sin armas son acribillados por una Guardia Nacional Bolivariana que incendia camiones cargados de suplementos alimentarios para niños con desnutrición severa y moderada.
Y si crees que todo lo ocurrido es una farsa, una trampa del capitalismo, perdóname, pero también hay que ser tan demente para llamar “revolución socialista” a tamaña masacre contra un pueblo que ruega por ayuda a otros países, o creer que los tres millones de venezolanos que huyeron de la crisis son parte de un complot imperialista.