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OPINIÓN | Pedro Paredes: anyway, Olga

Somos Olga Poblet cuando choleamos a alguien por su color de piel o acento al hablar.

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01/03/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

Ese nombre nunca se me olvidará. Fue la única mujer capaz de unir a todo un país en un solo sentimiento de indignación. Su presencia en redes sociales ha impulsado a grandes y chicos a manifestarse en las diferentes publicaciones de medios periodísticos, siempre que ponían su imagen junto a frases compuestas con las palabras «ascensor, coche, bebé». Claro, ya saben a quién me refiero.

La señora Poblet debe ser premiada con el estandarte de la arrogancia. Sobre su frente debe llevar una vincha que diga «Anyway baby», porque, de todas formas, ella sería la abanderada de la sociedad podrida que absorbe a grandes tragos nuestra paciencia, y nos hunde como arena movediza mientras más nos esforzamos por salir a flote.

Olga, dice no vivir en Perú. Quizá cuente con pasaporte a la estupidez y visa de residencia en Narnia, donde los animales irracionales razonan mejor que todas las Olgas que han proliferado el Perú y se comportan como ella sin haber cruzado la frontera.

Hay Olgas en cada rincón. Pululan por centros comerciales de conos y de zonas residenciales, deambulan como seres celestiales que no tienen empatía con el resto de seres ordinarios que reclaman un derecho por el que no se debería reclamar, como el asiento rojo del bus, el orden de una cola cualquiera y el ascensor preferente. Pero estas Olgas creen ser una divinidad reencarnada del Olimpo que están por encima de cualquier mortal con aspecto de anciano o bebé en coche.

Olga Poblet, sin embargo, supera a todos los seres de su nivel. El Perú entero repudia su actitud, 'but, anyway' no pide disculpas, porque duda que haya ofendido a alguien. Madre mía, Dios del perpetuo socorro. Perdónala, porque no sabe lo que dice, o nadie le dice que las redes sociales se calientan cuando ven su imagen, arden en llamas cuando leen sus respuestas, pidiendo disculpas al 'baby', al coche y a la escalera eléctrica.

Pero así es ella. Así somos nosotros. Somos Olga Poblet cuando no computamos los pendencieros de la cola. Los que nos sentamos en el asiento rojo o nos hacemos los dormidos con una mujer de 60 de pie a lado nuestro. Cuando choleamos por color de piel o acento al hablar.

Olga eres tú, también soy yo. Si ella te indignó, entonces imagina los comentarios que leerías en las redes sociales con un video tuyo. O mío, baby.