29/04/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
“Que cierren el Congreso”, dicen unos. “Que vaquen a Vizcarra“, dicen los otros.
Cada uno de los bandos quiere mirar lo que le conviene. Miran la mitad que de lo que les conviene.
Pero la encuesta realizada por el IEP no hace sino reflejar pálidamente lo que está pasando en el Perú.
La mayoría de los peruanos desaprueba la gestión del Presidente de la República y una mayoría aún más grande vería con simpatía que se clausure el Parlamento.
Es verdad.
La clase política ha perdido completamente la confianza de los ciudadanos. Toda la clase política que desde el gobierno y desde el Congreso ha estado involucrado en la corrupción y ha conducido los destinos del país con ineficiencia e irresponsabilidad.
La confesión minuciosa de Jorge Barata desde Curitiba de cómo había comprado a los políticos peruanos ha sido bochornosa y ha puesto en evidencia a quienes querían impedir que esa verdad se supiera.
La gente está harta de un Congreso que vive de espaldas al país, escenario de todas las vergüenzas y compuesto en su mayoría por personajes que no representan ni ideas ni sectores de la sociedad. Eso ya no es novedad.
Pero también se ha cansado de la inseguridad, de la crisis de la salud y la educación públicas, de lo mal que se ha manejado la reconstrucción, de que las obras públicas las sigan haciendo los mismos que nos robaron. Porque a la gente no le basta ya los discursos anticorrupción, o los palazos al Congreso. Lo que los ciudadanos esperan son cambios en sus vidas.
Lo que tenemos al frente no se arregla ni cerrando el Congreso, ni vacando al presidente (que pondría en manos de Mercedes Aráoz el gobierno del Perú!). Ojalá fuera así de fácil.
Porque lo que tendría que ocurrir son elecciones para cambiarlos a todos. Pero resulta que no tenemos nueva ley de partidos, ni un reforma política y que si la crisis política nos obliga a ir a una elección adelantada irían los mismos de siempre, con las reglas que ellos hicieron para excluir cualquier opción diferente.
Lo que el Perú necesita hoy es una nueva clase dirigente, que tenga como requisito primario la decencia de sus integrantes y que se construya, que paradojas al borde del bicentenario de la República, sobre la base de discutir el país que queremos construir.