OPINIÓN | Nicolás Lúcar: ubíquense congresistas
El lunes la Comisión de Defensa del Congreso, que preside -no se entiende cómo ni por qué- Jorge del Castillo citó a Carlos Morán, ministro del Interior y a los policías miembros de la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad (Diviac) que estuvieron a cargo de la diligencia de detención de Alan García, que asistieron acompañados de su jefe el coronel Harvey Colchado.
No estaba claro para qué los habían convocado hasta que ocurrió lo que ocurrió. Jorge del Castillo sometió a un interrogatorio impertinente a policías que solo cumplían órdenes de un juez y los trató como si, de alguna manera, fueran responsables del dramático desenvolvimiento de los hechos que terminaron con el suicidio del expresidente.
La sesión, toda ella, fue bochornosa y una falta de respeto a la policía.
¿Que esperaba Jorge del Castillo? ¿Que los policías que sabían que García podía estar armado entraran a balazos a su domicilio ? ¿Que lo tiraran al piso sin ningún diálogo? ¿Que en la diligencia de detención murieran García y el fiscal?
Los propios miembros del entorno de Alan García se han encargado de mostrar las evidencias de que su líder tenía la decisión de suicidarse desde semanas atrás, antes de verse en la circunstancia de una detención y consiguiente exposición pública.
Nadie más que él es responsable de su muerte.
Pretender cuestionar la acción de los policías de la Diviac es perder el tiempo. Un tiempo que todos los peruanos pagamos con nuestros impuestos.
Mientras la reforma de justicia, la reforma política, la crisis de Las Bambas y la inminente huelga agraria, esperan la atención de nuestros congresistas, ellos se ocupan de hostigar policías que solo hacen su trabajo o de discutir si Kenji Fujimori debería volver al Congreso.
Los actuales congresistas olvidan que el 90% de los peruanos no los quiere. Olvidan que no pueden actuar a nuestro nombre porque ya no nos representan, si alguna vez lo hicieron. Que si tuviéramos otras reglas de juego políticas hace rato que ya no estarían ahí porque el 70% de los ciudadanos aplaudiría el cierre del Congreso.
Del Castillo actúa como si tuviera algún derecho a pedirle cuentas a alguien.
Y esto también vale para el congresista Carlos Tubino, vocero de Fuerza Popular, que ha acusado sin darse el trabajo de presentar ninguna evidencia, que la Diviac es una policía política y que tiene a los detenidos por los escándalos de corrupción en mazmorras medievales.
Congresistas, permítanme un consejo, ubíquense en la realidad del país de cuyos problemas no se ocupan, de un país que no deberían olvidar ni por un segundo, los desprecia.