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OPINIÓN | Nicolás Lúcar: el suicidio de Alan García

Alan García ha muerto, cuando quiso y como quiso, pero incluso su propia muerte es puesta en duda por sus detractores.

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Alan García 1

22/04/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023

La crónica de los hechos va quedando clara. Alan García escogió suicidarse hace 5 meses. Primero muerto, que preso, esa fue su decisión. Ocurrió en diciembre del año pasado cuando se sintió cercado, acorralado. Tabaré Vázquez, presidente de Uruguay, le había negado el asilo político y él esperaba que en cualquier momento fiscales anticorrupción y policías de la Diviac rompieran la puerta de su casa para detenerlo. Durante todos estos meses, pasó cada día imaginando el video de él mismo caminando esposado, con el chaleco de detenido, dando la vuelta al mundo. Y esa imagen que solo él sabía que nunca se vería, lo hacía cumplir el ritual cotidiano de constatar que la pistola fatal estuviera lista y a la mano para usarla en el momento debido.

Cada día rumiando la espera de ese segundo. Imaginando, como no hacerlo, y tal vez disfrutando, con las reacciones perplejas de sus enemigos, y la frenética pasión que su trágica muerte provocaría en sus seguidores. Pero también debe haber imaginado, porque nadie puede enajenarse de su humanidad, el dolor de las mujeres que lo amaron, pero, sobre todo, el de sus hijos. Nada, sin embargo, fue capaz de disuadirlo.

No fue una reacción impulsiva, fue un plan.

Ahora se sabe que muchos temían el desenlace trágico, pero uno con toda seguridad lo sabía: su secretario personal Ricardo Pinedo, quien, se supone, fue el guardián de la carta suicida todos estos meses.

Alan García ha muerto, cuando quiso y como quiso, pero incluso su propia muerte es puesta en duda por sus detractores. Hay quienes dicen que lo vieron en París, o en Madrid y que el cuerpo que fue incinerado es de otro. Hay quienes no creen en la veracidad de su muerte y lo suponen vivo y libre, impune. Pero es cierto, Alan García ha muerto, su cadáver fue debidamente identificado por Benjamín Tello y Angie Villon del equipo del Instituto de Medicina Legal que asistió al hospital Casimiro Ulloa y firmó el certificado de necropsia. Aunque algunos no se resignan, es así, cuando toda la verdad se sepa, su suicidio lo habrá librado de la cárcel, pero como ya lo dije, no de los libros de historia.

El viernes el féretro de Alan García fue sacado en hombros por sus seguidores del Aula Magna de la Casa del Pueblo, cantando himnos y arengas, con banderas y rosas blancas lo acompañaron a pie hasta la Plaza San Martín. La policía reportó una asistencia aproximada de 5 mil personas a los que sumaron curiosos y asistentes a la procesión del Señor de los Milagros, que tal vez reunió en algún momento 10 mil. Fue un adiós militante y acongojado, es cierto, pero no vimos ni de lejos ese mar humano que despidió el ataúd de Víctor Raúl Haya de la Torre. No hay que olvidar la diferencia.