18/02/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Marti?n Vizcarra se ha convertido en un hombre importante para los peruanos. Millones de ciudadanos han puesto en él sus esperanzas. Prueba de ello fue el abrumador voto a favor de su propuesta en el referéndum de diciembre, así como los altísimos índices de aprobación que recibe su gestión según todas las encuestadoras.
Vizcarra ha sido una sorpresa que nadie esperaba. Se la ha jugado respaldando al Equipo Especial del Caso Lava Jato que encabeza Rafael Vela y confrontando al exfiscal de la Nación, Pedro Gonzalo Chávarry. Se ha enfrentado a la alianza aprofujimorista que controlaba hasta hace poco el Congreso poniendo su propia cabeza en riesgo. Pero cada vez ha salido ganador y fortalecido.
Su firme discurso anticorrupción y su presencia activa en los asuntos que han llamado la atención ciudadana le han dado la imagen de un presidente con posiciones firmes y siempre presente.
Es cierto, sin embargo, que su popularidad puede disolverse así como subió, como la espuma, si no responde a las demandas acumuladas en un país agobiado por simultáneas crisis en la educación, la salud, el transporte, la justicia, el empleo, la seguridad, la migración venezolana. Pero, además, Vizcarra no puede fallar en dos cosas:
-el cambio de rumbo en la reconstrucción que hasta ahora es un fiasco y
-mantenerse fuera de la lista de los involucrados en la corrupción.
Los enemigos del presidente lo saben y por eso no han parado de atacarlo desde el día que se instaló en la presidencia con un discurso que nadie esperaba.
Está claro qué hay quienes creen que vacando a Vizcarra podrán parar los procesos anticorrupción y regresar al estatus de impunidad.
Por otro lado, algunos de los dirigentes del partido que está de moda (sí, estoy hablando de Acción Popular), así como sectores de la izquierda e incluso de los que andan buscando al Bolsonaro peruano, están convencidos de que en unas elecciones adelantadas ellos tendrían todas las de ganar y es allí donde se encuentran con los promotores de la vacancia.
Pero más allá de estas consideraciones políticas, Martín Vizcarra está obligado a aclarar dudas.
Él fue jefe de campaña de Peruanos por el Cambio, un partido que contrató los servicios de José Luis Cavassa para manipular el proceso electoral y que entre otras perlas actuó directamente para excluir del proceso a Julio Guzmán.
¿Sabía el jefe de campaña que Cavassa trabajaba para el partido y qué función específica cumplía?
Ahora está claro, además, que al igual que Fuerza Popular, el partido de PPK recibió aportes ilegales para su campaña de parte de Odebrecht y de otras empresas y que ocultó esos aportes, fraguando la información sobre dichos ingresos y, peor aún, favoreciendo luego desde el gobierno a esos benefactores como ocurrió con la Constructora CASA. O como ocurrió con Kuntur Wasi, cuyo principal directivo celebraba con los personeros de Peruanos por el Kambio la victoria electoral de PPK, y lo que tal vez él daba por hecho: la adenda al Contrato del Aeropuerto de Chinchero que iba a favorecer escandalosamente a su consorcio y perjudicar seriamente el interés de todos los peruanos.
Lo que está en la mesa es grave. No estanos hablando acá de que una empresa, de la que participó el hoy presidente con su hermano, y que le prestó servicios a Conirsa, el consorcio que encabezaba Odebrecht, que hizo la Interoceánica del Sur. El presidente ya respondió sobre esto, aunque lo hizo mal, pero al final está claro que ser proveedor de servicios a un consorcio en el que participó Odebrecht no lo convierte a uno en socio de la corrupción.
Acá estamos hablando de algo más serio.
¿Sabía o no el residente, cuando era jefe de campaña de Peruanos por el Kambio, que estaba entrando dinero ilegal a la campaña aportado por diversas empresas?
Si él no veía esos temas como ha afirmado, ¿quién estaba a cargo de esa función?
¿Por qué empresas como CASA y Kuntur Wasi fueron favorecidas desde el ministerio que estaba a su cargo? Si hacerlo no fue una decisión suya, ¿de dónde vino la presión? ¿Supo en algún momento después de la campaña que estas empresas habían aportado a la misma?
El presidente está obligado a responder a todas estas preguntas y todas las que resulten pertinentes sobre el tema.
Hay una sola cosa que el presidente Vizcarra no puede hacer: mentirnos.