OPINIÓN | Nicolás Lúcar: Ni volver a Velasco, ni dejar todo igual
El ministro de Justicia, Vicente Zeballos, ha puesto el dedo en la llaga. Se ha limitado a decir que habría que contemplar la posibilidad de que el Estado intervenga en actividades económicas estratégicas como la minera, el petróleo, los puertos y ha agregado que deberíamos tener una línea aérea de bandera. Ha bastado eso para desatar un ataque de pánico entre los defensores a ultranza del modelo neoliberal. 'Velasquista' le han dicho, y debemos suponer que eso es más o menos un insulto.
La reacción ha sido reveladora porque demuestra en primer lugar la inconsciencia, la carencia total de espíritu crítico de quienes no quieren reconocer que el modelo instaurado en el Perú con la Constitución de 1993 ha fallado. La privatización a ultranza no ha funcionado. Lo privado, por sí mismo, no ha sido garantía de eficiencia ni de honestidad como nos prometieron.
Hay que repetirlo hasta el cansancio, para no olvidarlo, pero el programa neoliberal que más allá de matices políticos se ha aplicado por 25 años, fue diseñado por el Movimiento Liberal de Mario Vargas Llosa y llevado a la práctica por quien juró que no lo haría: Alberto Fujimori. El proyecto fujimorista es una versión menos fina, es cierto, que la de sus autores originales, pues no incluyó una reforma del aparato del Estado ni una inversión masiva en educación.
Pero “en líneas generales”, como diría Gareca, el de Fujimori es un proyecto neoliberal inspirado en las ideas de Libertad y en las del equipo económico de Pinochet.
Pero hasta ahí nomás. Porque acá se privatizó todo y en Chile, modelo de ensueño para nuestros neoliberales, la principal empresa del país es estatal. CODELCO es una empresa pública que explota los mayores yacimientos de mineral del país y sus utilidades no enriquecen a un pequeño grupo de privilegiados sino que son usados para resolver los problemas nacionales.
Acá hemos entregado en condiciones absolutamente onerosas, y sospechosas, la explotación de nuestros recursos naturales a manos privadas a cambio de recibir una tajada. Y no ha sido precisamente un gran negocio para el país.
En el Perú llegamos al paroxismo privatizador con la destrucción de Enatru Perú, que era un sistema moderno y eficiente de transporte público para reemplazarlo por las combis asesinas y el caos.
25 años después, hemos retrocedido 40.
A la gestión ineficiente y corrupta de lo que se ha recibido, se suma la acumulación de un enorme déficit en prácticamente todas las áreas de la vida nacional por la falta de inversión. A la infraestructura educativa hay que meterle 150 mil millones de soles, por no hablar de los pésimos niveles salariales y de formación de nuestros maestros. Solo al sistema del Minsa le faltan 30 mil profesionales y solo Dios sabe cuántos miles de millones hay que invertir en construir y equipar centros de salud y hospitales. La lista de carencias es interminable.
La gran interrogante es ¿de dónde van a salir los recursos que se necesitan para todo lo que hay que hacer?
¿Retroceder y estatizarlo todo como pretende Antauro Humala? No lo creo. Pero tampoco dejar todo cómo está.
Me pregunto, por ejemplo, por qué un proyecto tan importante como el de Las Bambas tenía que ser privado. Un proyecto además donde el solo contrato de concesión le permitió a sus operadores acceder a créditos por 12 mil millones dólares. Algo que el Estado hubiera podido hacer para tener los fondos y realizar el proyecto. En Chile el equivalente a Las Bambas, la mina El Teniente, la más grande explotación de cobre del mundo, es propiedad de CODELCO que, como ya señalé, es una empresa estatal.
Ha hecho bien el ministro Zeballos en decir lo que dijo, empecemos la discusión sobre todo lo que hay que cambiar en el Perú.