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OPINIÓN | Nicolás Lúcar: nadie cree en los partidos

El 87% de peruanos no simpatiza con ningún partido político.
peruanos
04-02-2019

Según una encuesta del Instituto de Estudios Pe­ruanos (IEP) el 87% de los peruanos no simpatiza con ningún partido político.

La cifra no debería sor­prendernos.

Lo que hemos tenido des­de 1980, en que terminó el gobierno militar inaugu­rado por Juan Velasco en 1968, fueron dos gobiernos, uno de Acción Popular y el otro del APRA, que no te­nían idea qué hacer con el país que habían recibido y que literalmente habían desaparecido como orga­nizaciones durante los 12 años de gobierno militar.

Ellos fueron reemplaza­dos por el régimen autori­tario de Alberto Fujimori, que llegó al poder con el voto de la izquierda y del APRA, y que llevó a la prác­tica una versión chabacana del programa económico neoliberal propuesto por su competidor electoral Mario Vargas Llosa. Durante el fujimorismo, como ocu­rrió durante el gobierno militar, los partidos prác­ticamente desaparecieron. Tras Fujimori lo que tuvi­mos no fue el resurgimien­to de partidos políticos, de instituciones consistentes basadas en ideas y organi­zadas democráticamente, sino de clubes electorales.

Estos clubes se han agru­pado alrededor de per­sonas que lo único que pretendían era llegar al go­bierno.

Se han organizado para las elecciones y han desa­parecido después de ellas. Tras haber logrado ganar posiciones de poder, han desaparecido... hasta las próximas elecciones.

La política se ha transfor­mado así en una actividad exclusiva de parlamenta­rios y ministros.

Lo que se decía o no en las campañas electorales resultaba irrelevante. Al fi­nal, de lo que se trataba era solo de conquistar el poder para usufructuar de él.

Sin importar sus supues­tas diferencias ideológicas, al final todos han hecho lo mismo: administrar, con variaciones de estilo y de tono, el programa econó­mico y social inaugurado por Alberto Fujimori y mal copiado de las ideas del Mo­vimiento Libertad, y -por supuesto- hacerse ricos con las vergonzosas redes de corrupción que se tejie­ron. Perú Posible, el APRA de Alan García, el Partido Nacionalista y Peruanos por el Kambio han sido va­riaciones de lo mismo.

La democracia en estas instituciones no ha existi­do. Las decisiones las han tomado las cúpulas que las controlan. Aunque para ser sinceros, en realidad la úni­ca decisión que ha impor­tado ha sido la de quienes irían en las listas de candi­datos que han terminado compuestas por casi cual­quiera que tuviera el dine­ro suficiente para comprar su lugar en ellas.

Con excepciones, por su­puesto, eso son los parti­dos que tenemos y que ya hicieron crisis. Nadie cree en ellos.

Estamos en una transi­ción, pero más importante de lo que algunos creen.

No es que la gente está buscando solo un nuevo ad­ministrador de lo mismo.

La gente quiere cambios.

Cambios que deben per­mitir que tengamos or­ganizaciones basadas en ideas y no en puros apeti­tos de poder.

Organizaciones donde la gente tenga el derecho de participar, y donde las deci­siones se tomen democrá­ticamente.

Partidos que existan y no aparezcan solo porque hay elecciones para desapare­cer hasta las próximas.

Partidos que sean parte de la vida de la gente cada día.

Partidos que, seamos sinceros, en el Perú de hoy no existen, hay que construirlos.