04/02/2019 / Exitosa Noticias / Columnistas / Actualizado al 09/01/2023
Según una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) el 87% de los peruanos no simpatiza con ningún partido político.
La cifra no debería sorprendernos.
Lo que hemos tenido desde 1980, en que terminó el gobierno militar inaugurado por Juan Velasco en 1968, fueron dos gobiernos, uno de Acción Popular y el otro del APRA, que no tenían idea qué hacer con el país que habían recibido y que literalmente habían desaparecido como organizaciones durante los 12 años de gobierno militar.
Ellos fueron reemplazados por el régimen autoritario de Alberto Fujimori, que llegó al poder con el voto de la izquierda y del APRA, y que llevó a la práctica una versión chabacana del programa económico neoliberal propuesto por su competidor electoral Mario Vargas Llosa. Durante el fujimorismo, como ocurrió durante el gobierno militar, los partidos prácticamente desaparecieron. Tras Fujimori lo que tuvimos no fue el resurgimiento de partidos políticos, de instituciones consistentes basadas en ideas y organizadas democráticamente, sino de clubes electorales.
Estos clubes se han agrupado alrededor de personas que lo único que pretendían era llegar al gobierno.
Se han organizado para las elecciones y han desaparecido después de ellas. Tras haber logrado ganar posiciones de poder, han desaparecido... hasta las próximas elecciones.
La política se ha transformado así en una actividad exclusiva de parlamentarios y ministros.
Lo que se decía o no en las campañas electorales resultaba irrelevante. Al final, de lo que se trataba era solo de conquistar el poder para usufructuar de él.
Sin importar sus supuestas diferencias ideológicas, al final todos han hecho lo mismo: administrar, con variaciones de estilo y de tono, el programa económico y social inaugurado por Alberto Fujimori y mal copiado de las ideas del Movimiento Libertad, y -por supuesto- hacerse ricos con las vergonzosas redes de corrupción que se tejieron. Perú Posible, el APRA de Alan García, el Partido Nacionalista y Peruanos por el Kambio han sido variaciones de lo mismo.
La democracia en estas instituciones no ha existido. Las decisiones las han tomado las cúpulas que las controlan. Aunque para ser sinceros, en realidad la única decisión que ha importado ha sido la de quienes irían en las listas de candidatos que han terminado compuestas por casi cualquiera que tuviera el dinero suficiente para comprar su lugar en ellas.
Con excepciones, por supuesto, eso son los partidos que tenemos y que ya hicieron crisis. Nadie cree en ellos.
Estamos en una transición, pero más importante de lo que algunos creen.
No es que la gente está buscando solo un nuevo administrador de lo mismo.
La gente quiere cambios.
Cambios que deben permitir que tengamos organizaciones basadas en ideas y no en puros apetitos de poder.
Organizaciones donde la gente tenga el derecho de participar, y donde las decisiones se tomen democráticamente.
Partidos que existan y no aparezcan solo porque hay elecciones para desaparecer hasta las próximas.
Partidos que sean parte de la vida de la gente cada día.
Partidos que, seamos sinceros, en el Perú de hoy no existen, hay que construirlos.