OPINIÓN| Nicolás Lúcar: Mensaje desde San Gabán
Dos cultivadores de coca muertos, 7 agricultores y 3 policías heridos, una comunidad sublevada que bloquea la carretera Interoceánica y todos los cocaleros del Perú en pie de guerra. Este es el resultado del operativo de erradicación forzosa que organizó el viernes 12 el llamado Proyecto Especial de Control y Reducción del Cultivo de la Coca en el Alto Huallaga (Corah) en San Gabán, Carabaya, Puno. 72 policías llegaron en la madrugada para respaldar la labor de 158 erradicadores. Según la versión policial los cocaleros atacaron el campamento, según los cocaleros fueron los erradicadores y los miembros de la Policía los que atacaron cuando ellos fueron a reclamar pacíficamente que no podían hacerlo sin dialogar primero con ellos.
En una zona donde el cultivo de coca es la principal actividad, es también la principal fuente de ingresos y, por lo tanto, erradicar los cultivos sin alternativa lo único que significa para los cocaleros es miseria.Lo cierto es que lo ocurrido en San Gabán ha puesto sobre la mesa la crisis de la lucha contra el narcotráfico en el Perú.Tras décadas de una política antidrogas basada fundamentalmente en la interdicción y la erradicación forzosa, está claro que ha sido un fracaso.
Según Ojo Público, solo entre enero de 2012 y junio de 2011, el Estado peruano gastó 2,100 millones de soles en la lucha contra las drogas.Los resultados saltan a la vista. Tras gastar miles de millones de dólares a lo largo de décadas, el Perú pasó de ser proveedor de la materia prima a productor y exportador de clorhidrato de cocaína. El área bajo cultivo, según Naciones Unidas, no ha disminuido en nuestro país sino que se ha multiplicado, generando un negocio de 8,000 millones de dólares.
En el VRAEM el grupo armado senderista de los hermanos Quispe Palomino, asociado a los narcos, sigue controlando la región, que se ha convertido en la productora de la mayor parte de las 400 toneladas de clorhidrato de cocaína que salen cada año del Perú.Las razones de este fracaso son múltiples. No se puede erradicar los cultivos de coca sin ofrecer alternativas reales y duraderas a los agricultores. No se puede promover el cultivo de palma aceitera para producir biodiésel, y después importar aceite de soja argentino subsidiado y arrimar a los palmeros. No se puede estimular el cultivo de café y cacao y no darles a los agricultores, para empezar, vías de comunicación para sacar sus productos.
Pero no solo eso. No se puede combatir el narcotráfico y solo darle a la Dirandro 1 de cada 10 dólares de los que se invierten en el tema. No se puede encargar a la Sunat, que ya tiene bastante con cobrar impuestos, la tarea de controlar los insumos que se usan para el narcotráfico.No se puede permitir que el puerto del Callao sea la principal ruta de salida de cocaína y no se haga lo que haya que hacer para pararlo.No se puede mirar para el techo y no preguntarse dónde están los miles de millones de dólares que ingresan por el narcotráfico y que pasan por los bancos y están detrás de muchos florecientes negocios. No se pueden cerrar los ojos a la enorme corrupción que está detrás de este negocio.
Toda la estrategia antidroga debe ser corregida. Antes de que los incidentes como el de San Gabán se generalicen y antes de que el narcotráfico sea tan poderoso que ya no tengamos cómo detenerlo.